Este ácido graso está asociado a innumerables beneficios para la salud: protege frente a enfermedades cardiacas, disminuye los niveles de colesterol y de triglicéridos, reduce la presión sanguínea y tiene interesantes propiedades antiinflamatorias. El problema es que el cuerpo no es capaz de producirlo, así que hay que asimilarlo a partir de los alimentos. El más socorrido es el pescado azul, puesto que alrededor del 10 por ciento de su peso es grasa. Pero los peces tampoco son capaces de sintetizar este compuesto beneficioso; también ellos lo obtienen de su dieta.
En realidad, hay que dar las gracias al plancton marino, un ingrediente que alcanza hasta 3.000 euros el kilo si se adquiere por separado. El plancton tiene 30 veces más omega 3 que el aceite de oliva y está tan disperso por el mar que su concentración en el organismo de los peces es inevitable. Además, la cadena trófica provoca que los pescados que más “pezqueñines” comen también sean más ricos en omega 3. La cantidad de grasa del pescado aumenta por factores como la edad y el momento del año, y es mayor si el pez nada en agua más fría y cuando está a punto de desovar.
Redacción QUO
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