La pesca, aunque no goce de muy buena imagen entre los animalistas, es una actividad que no tiene tan mala fama como la caza. De hecho, muchos pescadores no matan a sus presas, ya que una vez que las han capturado, las devuelven al agua cuando todavía están vivas.

Pero incluso esta práctica, que parece más humanitaria, no ahorra sufrimiento a los peces. Al menos esa es la conclusión de un estudio realizado por la Universidad de California. Los autores del mismo, realizaron un seguimiento de varios salmones y carpas que habían sido capturadas por pescadores y luego devueltas al río.

Y lo que descubrieron fue que las heridas causadas por los arpones (incluso por aquellos diseñados para causar menos daño), impedían que los peces pudieran engullir a sus presas con la habilidad necesaria, y dificultaba su capacidad para alimentarse y sobrevivir.

Fuente: Telegraph.

Vicente Fernández López