A pesar de los grandes avances de la medicina, quienes se han visto en el trance de expulsar las molestas piedras que se forman en los riñones no guardan buenos recuerdos del parto. Todo lo contrario. No deberías decirle que su experiencia es digna de un parque de atracciones, pero puede que así sea. Un experimento ha concluido que las montañas rusas facilitan el tránsito de los cálculos renales más livianos, hasta el 64 por ciento de ellos, especialmente si te sientas en el vagón trasero de la atracción.
“La investigación muestra lo que la evidencia ya ha demostrado anteriormente, que hay una relación directa del movimiento con la expulsión de cálculos renales”, ha explicado a Quo el director del Laboratorio de Investigación en Litiasis renal de la Universidad de las Islas Baleares (UIB), Félix Grases. “De hecho, a los pacientes se les recomienda que, cuando los cálculos están a punto de salir, bajen escaleras saltando o, incluso, que jueguen al tenis”, ha añadido.
Pero duda que subir a una montaña rusa sea una buena idea. “Someterse a situaciones tan extremas puede provocar un cólico nefrítico muy peligroso”, ha advertido Grases. Si una piedra se mueve y se atasca en la embocadura del uréter, el conducto que transporta la orina del riñón a la vejiga, forma un tapón que provoca que el riñón acumule cada vez más orina. Cuando alcanza su capacidad máxima empieza a hincharse como un globo el cuerpo sufre el dolor más fuerte que se ha descrito. Por eso los médicos prohíben beber agua antes de cualquier movimiento encaminado a expulsar cálculos renales.
Los científicos que han participado en el nuevo experimento no han dañado a ningún paciente durante su investigación. En el asiento de la montaña rusa conocida como Big Thunder Mountain Railroad, en Disney World (Orlando), solo viajaba una reproducción de un riñón relleno de orina y cálculos. Tras 20 vueltas en la atracción, el porcentaje de tránsito de los cálculos variaba del 40 al 100 por ciento, en función de la zona donde se localizaran las piedras.
No es la primera vez que una montaña rusa demuestra que puede ser buena para la salud. Subir a una en Thorpe Park (Reino Unido) salvó la vida de la joven inglesa Emma Bassett, enferma de cáncer. Un tumor cerebral le presionaba el cráneo y bloqueaba el flujo sanguíneo en el cerebro, amenazándola de muerte. Los movimientos de la atracción hicieron que el tumor, del tamaño de una mandarina, cambiase de posición. Eso dio a la británica un par de días; los suficientes como para operarla y salvarle la vida.
Andrés Masa Negreira