Después de la operación la capacidad de mi estómago es la de un bebé. Así que, aunque quisiera, no podría comerme un solomillo. ¿Os imagináis un niño de meses hincándole el diente a un filete? Estoy aprendiendo a comer como hacen los pequeños, y como ellos llegaré a tomar de todo, pero va a llevarme unos meses. La cirugía por si sóla no hace milagros. El menú: infusiones y caldos. El estómago sólo se queja si me paso en la cantidad: una taza. ¡Ah! Sigo sin dolores.
Redacción QUO