Su corazón se paró y su vida terminó. Pero tras confirmar la muerte, los médicos observaron algo insólito: su cerebro seguía funcionando. Según explican en un estudio publicado en PubMed, a pesar de que su ritmo cardíaco y su presión arterial habían cesado, se seguían registrando ráfagas de una sola onda delta. Además, «también existió una diferencia significativa en la amplitud del electroencefalograma entre el período de 30 minutos antes y el período de 5 minutos después del cese de la presión arterial».
Ninguno de los investigadores se ha atrevido a perder la prudencia para aventurarse en distintas explicaciones, especialmente teniendo en cuenta que solo ha sido un caso aislado. En lo único que se han aventurado es en dejar la puerta abierta a que ha ocurrido algún tipo de error a la hora de registrar las mediciones, pero no tienen muy claro cuál, ya que el equipo médico asegura que no ha habido ningún signo de mal funcionamiento.
[image id=»88577″ data-caption=»» share=»true» expand=»true» size=»S»]Lo que veis en la imagen son cuatro encefalogramas de personas fallecidas. El caso excepcional es el cuarto, donde en color amarillo se aprecia actividad cerebral 10 minutos después de la muerte clínica del paciente. Los médicos aseguran que no tiene nada que ver con el ‘death wave’ un fenómeno registrado en 2011 en el que ratas decapitadas seguían mostrando actividad cerebral. La explicación de esto quedó justificada en que el corazón y el cerebro tienen distintos momentos de cese de actividad.
¿Puede que la muerte sea algo distinto a lo que sabíamos hasta ahora?
Fuente: sciencealert.com
Rafael Mingorance