La franja que marca la diferencia entre la vida y la muerte es en muchas coasiones fruto del más puro azar. Y un buen ejemplo es el caso que acabamos de conocer protagonizado por un adolescente de Maryland. El muchacho estaba trepando a un árbol cuando sufrió una caída. Con tan mala fortuna, que al impactar contra el suelo, un pedazo de madera del que sobresalía un tornillo se incrustó en su cabeza.
Tras ser trasladado al hospital, los médicos comprobaron que el azar había hecho que la punta del clavo, que había atravesado el cráneo del joven, quedara colocada a entre las dos mitades de su cerebro, a tan sólo un milímetro de clavarse en una región conocida como seno superior sagital.
Se trata de un canal venoso situado en la superficie externa superior del encéfalo. Recibe sangre desde una vena en la cavidad nasal, y aumenta gradualmente de tamaño a medida que la sangre es drenada hacia las venas del cerebro. Eso significa que, de haber sido atravesada por el clavo, habría provocado una hemorragia tan grave que, con toda probabilidad, habría causado la muerte del adolescente.
Vicente Fernández López
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