El Western University’s Brain and Mind Institute de Canadá ha estudiado un caso sorprendente. La protagonista es una paciente escocesa de 48 años que hace dieciocho años se quedó ciega, después de haber estado en coma a consecuencia de un infarto. Al recuperar la consciencia la mujer había perdido la visión. Pero pronto comprobó que no totalmente, ya que era capaz de percibir muchos objetos, siempre que estuvieran en movimiento.
La paciente distinguía la silueta de su hija cuando se movía, aunque no podía ver su rostro, y era capaz incluso de percibir la lluvia golpeando en un cristal o el agua saliendo del grifo. Para estudiar su caso, los investigadores canadienses usaron resonancias magnéticas para explorar su cerebro. Y el diagnóstico es que sufre un extraño trastorno visual conocido como síndrome de Riddoch.
Se trata de una afectación ocular provocada por lesiones en el lóbulo occipital que la incapacitan para ver. En el caso de esta mujer, los investigadores comprobaron que había perdido en dicha área una porción de tejido cerebral de tamaño de una manzana pequeña.
Los especialistas explican su caso como si la gran autopista que constituye nuestro mecanismo de visión hubiera colapsado, pero su cerebro hubiera desarrollado algunos atajos que actuasen como un by pass, que le permiten conservar la capacidad de detectar el movimiento.
Fuente: ScienceDaily.
Vicente Fernández López
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