El yoga y la meditación son disciplinas milenarias que buscan un bienestar basado en lograr la armonía entre cuerpo y mente. En la tradición budista forman además parte de un camino de perfección en el que, quien las practica, trata de librarse de las ataduras materiales y de sus rasgos más narcisistas. Pero, ahora, un estudio realizado por la Universidad de Southamptom revela que las modernas rutinas que se utilizan en las actuales clases de yoga y meditación podrían tener el efecto contrario, provocando que se infle el ego de las personas.
Los investigadores realizaron un seguimiento a casi cien alumnos de yoga durante cuatro meses. En ese período les hicieron varios tests para evaluar cómo se veían a sí mismos en comparación con el resto. Las pruebas se hicieron por un lado en días sin clases y, por otro, justo una hora después de terminar una clase. Y los resultados mostraron que, en el segundo de los casos, los voluntarios tendían valorarse mejor así mismos y a ser algo más condescendientes con sus compañeros.
Luego, repitieron el experimento con 160 alumnos de una clase de meditación, y los resultados fueron similares. Justo después de las clases, los alumnos tendían a afirmar que se sentían más libres de prejuicios que el resto. «Parece evidente que el yoga y la meditación no cortan el ego, aunque contribuyen a la automejora», explicaron los investigadores.
Pero, ¿a qué se debe ese efecto? Los investigadores creen que es una consecuencia indeseada de algunas rutinas empleadas en muchas clases de yoga y meditación. Explican que algunos instructores insisten demasiado en los beneficios que estas disciplinas tienen en la autoestima de la persona, y eso puede provocar que los alumnos reacciones exagerando dicha autoestima, porque creen que es lo que sus maestros esperan de ellos.
Fuente: IFL Science.
Vicente Fernández López