Recientemente, hemos informado de varios casos de personas afectadas por la temible bacteria comecarne. Conviene explicar que con ese nombre genérico, se engloba a un diverso grupo de microorganismos. La buena noticia es que no es sencillo infectarse con ellos. De hecho, el número de casos registrados se considera bajo. Pero el riesgo existe.
La mayoría de contagios se produce cuando el agua de mar roza alguna herida que podamos tener en el cuerpo, ya que estos microorganismos viven en aguas cálidas. Pero, ¿cómo podemos saber si existe riesgo de que estemos contagiados? ¿Cuáles son los síntomas que produce la infección?
Los especialistas explican que un síntoma inequívoco es el dolor. Si resulta desproporcionado para el tamaño y la gravedad de la herida que sufrimos, podría ser una señal inequívoca de que la bacteria ha entado en nuestro organismo. Inicialmente, los pacientes sufren síntomas parecidos a los de una gripe, con fiebre, mareos y náuseas. Algunos también sienten extraños ruidos (parecidos a los de un grillo) bajo la piel, que son provocados por el aire que se acumula debajo de ella.
Progresivamente se produce la aparición de ampollas y de manchas rojas en torno a la herida, mientras que el dolor se prolonga más allá de la zona afectada. Si la infección sigue avanzando, en la piel comenzarán a aparecer úlceras y abscesos de pus. Además, el dolor se hará cada vez más insoportable conforme la bacteria comience a afectar a los nervios. En esa etapa, considerada ya muy grave, el paciente puede entrar en una fase de delirio.
Por ese motivo, los especialistas recomiendan acudir al médico a la primera sospecha de que una herida se nos pueda haber infectado tras darnos un baño en el mar. Lo más probable es que no sea nada, pero conviene evitar males mayores.
Vicente Fernández López