Jeffrey M. Zacks, de la Universidad de Washington, ha comprobado que cuando nos abstraemos leyendo, el cerebro crea simulaciones de las escenas que se describen en el texto.
La mente no lo imagina, sino que lo vive: activa las mismas regiones que usa para procesar experiencias similares en la vida real. Tu cerebro sufre, ama o ríe tal y como lo haría si todo lo que ocurre en el libro te estuviera pasando a ti.
Redacción QUO
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