Si una persona pierde cinco kilos, cada rodilla estará sujeta a 20.000 menos de carga por cada dos kilómetros que camine; o sea, el peso de cuatro vehículos.
En la escuela nos enseñan que el esqueleto se encarga exclusivamente de sostener y articular el organismo. Ahora, un estudio de la Universidad de Columbia (EEUU) ha descubierto que también desempeña una importante función endocrina, al regular el nivel de azúcares y grasas en el metabolismo, manteniendo los niveles adecuados para no aumentar el índice de masa corporal, es decir, para no engordar.
El trabajo sugiere, además, que los huesos están implicados en el desarrollo de diabetes tipo 2, su forma más común y menos peligrosa, según publica la revista Cell. El estudio describe cómo los huesos liberan la hormona osteocalcina, que estimula la aparición de células productoras de insulina y regula así los niveles de glucosa en sangre, manteniendo a la vez los depósitos de grasa corporal en un nivel bajo. Las pruebas realizadas en laboratorio con ratones demostraron que los ejemplares a los que se inyectaba osteocalcina no desarrollaban diabetes ni aumentaban de peso, aunque siguieran una dieta rica en grasas y azúcares.
Redacción QUO
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