Kary B. Mullis creía en la astrología, la ufología, los fantasmas, bebía como un cosaco, era un mujeriego empedernido, y también inventó la PCR, por la que ganó el Nobel, gracias al LSD

El polémico bioquímico, nacido en Estados Unidos en 1944, contó en su artículo «El origen inusual de la reacción en cadena de la polimerasa», que fue una idea fortuita que se le ocurrió mientras viajaba con su novia del momento (tuvo tiempo de casarse cuatro veces y de mantener varias relaciones más), hacia su rancho, llamado «The Institute for Further Study», y que no se le habría ocurrido si no hubiera sido consumidor de LSD.

A veces, las buenas ideas surgen por casualidad. En mi caso ocurrió así: gracias a una rara combinación de coincidencias, ingenuidad y felices errores, me vino la inspiración un viernes de abril de 1983 mientras, al volante del coche, serpenteaba a la luz de la luna por una carretera de montaña del norte de California que atraviesa un bosque de secuoyas. Me di de bruces con un proceso que permite fabricar un número ilimitado de copias de cualquier gen.

En el mismo artículo de vocación literaria (también intentó ser escritor de ficción) cuenta que la reacción de colegas, biólogos moleculares e ingenieros genéticos fue de sorpresa por no habérsele ocurrido a nadie antes. Mullis reconoció que la idea se le podía haber ocurrido a cualquiera, ya que todos los componentes de la PCR se conocían desde hacía 15 años, pero el caso es que se le ocurrió a él, para fastidio de sus compañeros.

Mullis declaró en diversas ocasiones estar convencido de que la idea jamás se le hubiese ocurrido de no haber sido consumidor de LSD. Consideraba que esta droga lo convirtió en un científico más creativo, incluso aunque aseguró que precisamente en la época de su hallazgo no la tomaba.

También describió su epifanía sobre la PCR en sus memorias publicadas en 1998, «Bailando desnudo en el campo de la mente» como un suceso bastante psicotrópico:

«Cadenas de ADN se retorcían y flotaban. Espeluznantes imágenes azules y rosas de moléculas eléctricas se inyectaron en algún lugar entre la carretera de montaña y mis ojos».

Defensor de la astrología, en su autobiografía cuenta también que «nací a las 17:58 horas de Greenwich, el 28 de diciembre de 1944, en Lenoir, Carolina del Norte», y que «puedes saber más de mí por eso que por la lectura de este libro».

De PCR, guerra de patentes y mapaches alienígenas

En la época en la que Mullis hizo su descubrimiento, trabajaba en California, -donde también aprovechaba para practicar otra de sus grandes pasiones, el surf- en la desaparecida Cetus Corporation, que lo había contratado para sintetizar oligonucleótidos, cadenas cortas de ADN o ARN.

El procedimiento que ideó permite reproducir un solo gen o fragmento de ADN mil millones de veces en pocas horas. De esta forma, partiendo de una cantidad muy pequeña de ADN, se obtiene suficiente material como para realizar todo tipo de análisis e investigaciones genéticas.

La PCR es una herramienta presente en todos los laboratorios biológicos, y tiene uso en campos como la microbiología, el diagnóstico médico, la paleobiología o la investigación forense. Según el propio Mullis, no habría tantas series como CSI si no fuese por su PCR, aunque «no sé si es bueno o no».

En 1992, por ejemplo, un test PCR permitió identificar los restos del último zar, Nicolás II, asesinado en 1918 y enterrado apresuradamente en una zona pantanosa junto con su familia, ya que su ADN se vinculó con el de los miembros de la familia real británica, parientes lejanos del zar.

También, como anécdota, su técnica sirvió de inspiración para la novela de Michael Crichton «Jurassic Park» y la película del mismo nombre, que se basan en la manipulación de diminutos fragmentos de ADN para clonar y recrear extintos dinosaurios, montar con ellos un parque de diversiones, y dejar que acaben desatando el caos y la destrucción, como cabía esperar de tan feliz idea.

Mullis podía haber seguido el consejo que le dio un amigo en una fiesta: dejar Cetus, desarrollar su técnica, vender la patente, y hacerse rico. Sin embargo, decidió quedarse, y trabajó junto con sus colegas Henry Erlich, Randall K. Saiki, Steven Scharf, Norman Arnheim y Fred Faloona en el procedimiento de la PCR. Cuenta que lo decidió, sobre todo, porque en dicha fiesta estaba Albert Hoffmann, que sintetizó por primera vez el LSD, y Mullis se despistó.

Imagen de un cornezuelo, hongo del que se sintetiza el LSD

Imagen de un cornezuelo, hongo del que se sintetiza el LSD

El equipo encargado de desarrollar la PCR se encontró con diversos problemas, principalmente el propio Mullis, que no se dejaba aconsejar, actuaba por libre y sacaba de quicio a los otros miembros guardando la cerveza en la misma nevera donde guardaba los radioisótopos, por ejemplo, o amenazando con llevar un arma al trabajo porque pensaba que alguien estaba liado con su novia Jennifer. Otra de sus actividades habituales incluía intercalar fotos de mujeres desnudas (algunas fotografiadas por él) en sus presentaciones científicas.

En 1985, los investigadores de Cetus publicaron el primer artículo sobre el uso de la PCR para el diagnóstico de la anemia drepanocítica, en la revista Science. Aunque utilizaron la idea de Mullis, constó solo como uno de los siete autores y no como el principal. Siguió intentando publicar de forma independientemente, pero tanto la revista Nature como Science rechazaron sus manuscritos, aunque más tarde reconocieron la importancia de su invento.

Ese mismo año, según relata en su biografía, tuvo un encuentro en su rancho con un mapache fosforescente y posiblemente alienígena: «No estaba asustado. Más tarde, me pregunté si podría haber sido un holograma, proyectado desde Dios sabe dónde. El mapache dijo: «Buenas noches, doctor»».

Raccoon Hivefive GIF - Raccoon Hivefive GIFs

Lo siguiente que recordaba fue encontrarse caminando a primera hora de la mañana por una carretera de la zona. Presa del pánico, no fue capaz de pisar el bosque de los alrededores de su casa durante un año, hasta que una noche, armado con un rifle de asalto AR-15, fue al bosque, y al grito de «¡mándalos al infierno, chico!» empezó a disparar a mansalva a un enorme laurel, que «me encantaba, pero se había convertido en el foco de mis miedos». Gracias a este sencillo método, superó de golpe su temor.

Cetus Corporation tardó un tiempo en hacer realidad la PCR, y posteriormente cuestionó la autoría de Mullis a favor de otros investigadores del equipo, pero cuando la multinacional Du Pont Corporation, dedicada a la química industrial, afirmó que la PCR se había desarrollado 10 años antes en sus laboratorios, Cetus no tuvo más remedio que respaldar el relato de Mullis sobre la invención ante los tribunales para no perder la patente.

El incidente con DuPont afianzó la autoría de Mullis, lo que le permitió ganar el Nobel y también el premio Japón, dotado con unos 600.000 dólares. Cuando Mullis se enteró de que le habían otorgado el premio Nobel, estaba borracho, según reconoció, e inmediatamente se fue a surfear para celebrar el premio.

Un Nobel inusual

Tan peculiar como de costumbre, en su discurso de aceptación del premio Nobel Mullis explicó que se había dedicado a la química porque no servía para ganarse la vida como escritor, y en su perfil del Nobel escribió que en varias ocasiones se le había aparecido el espíritu de su abuelo muerto, habían charlado y se habían tomado unas cervezas. Bueno, él se había tomado las de su abuelo, dada la dificultad de los espectros para ingerir líquidos.

Mullis había desarrollado la PCR mientras estaba empleado en Cetus, así que la compañía mantuvo los derechos de patente. Aunque en sus memorias concedió que Cetus hizo lo que tenía que hacer como empresa -hacer ganar dinero a sus accionistas-, cuando vendieron la patente por 300 millones de dólares a Hoffmann-La Roche, Mullis dijo que ésta «pagó a Cetus Corporation por los derechos de patente de mi invento de la PCR sin molestarse siquiera en enviarme una postal celebrando mis 17.520 días [de vida]… ¡Que les den a Cetus y a los suizos!».

En otra ocasión admitió que no hubiese estado mal que Cetus hubiese vendido la patente por un millón más, una minucia para Roche, y que se lo hubiesen dado a él. También creía que era mejor que tampoco lo hubiesen ascendido, porque «nunca estaba quieto». Mullis solo obtuvo un bono de Cetus de 10.000 dólares por su hallazgo.

Joyas con ADN de famosos muertos

Tras abandonar Cetus, fue nombrado director de biología molecular en Xytronyx, Inc. en San Diego, donde  trabajó  en la tecnología del ADN y la fotoquímica. En 1987 comenzó a trabajar como asesor en química de ácidos nucleicos para más de una docena de corporaciones, como Eastman Kodak, Abbott Labs, o Milligen/Biosearch.

También se dedicó a sus otras actividades habituales, como perseguir a mujeres, beber, surfear, y patinar, y entretanto, fundó una empresa, Stargener, con la intención de vender joyas con el ADN replicado de personajes famosos muertos, basándose en su propio invento.

Compró los derechos para extraer un poco de ADN de un mechón de pelo de Elvis Presley y hacer miles de copias, insertarlas en broches, colgantes o pendientes de gemas artificiales, y venderlas. El plan era hacer lo mismo con cualquier famoso fallecido, incluyendo a George Washington y su esposa. La empresa fracasó, y con ella la posibilidad de llevar puesta a Marilyn Monroe colgando de las orejas.

Elvis Presley en el barbero cortándose el pelo

Elvis Presley en el barbero cortándose el pelo con su ADN

Negacionismo y credibilidad

El empuje que le dio ganar el premio Nobel le sirvió a Mullis para ser invitado a dar conferencias y charlas, pero pronto estuvo claro que, más que hablar de la PCR y de su trabajo, iba a usar ese altavoz para hablar de sus ideas, entre ellas el negacionismo del cambio climático, de la destrucción de la capa de ozono, y de la relación entre el VIH y el SIDA.

Estas ideas, más que sus creencias en las abducciones extraterrestres, los viajes astrales, y la astrología, pusieron en entredicho su credibilidad como científico. De hecho, estuvo a punto de declarar para la defensa en el famoso caso O.J. Simpson, gracias al uso de la PCR en una de las pruebas forenses, pero finalmente desistieron, ya que la fiscalía iba a a interrogar a Mullis sobre «cada aspecto de su vida que refleja su credibilidad, competencia y sobriedad», y la defensa consideró que no iba a salir bien parado. También influyó para que no subiera al estrado el hecho de que se hubiese declarado culpable en 1990 de golpear y acosar a su esposa, de la que estaba separado.

En 2003, Mullis creó Altermune Technologies, con el propósito de investigar la inmunidad químicamente programable para que el cuerpo acabe con los patógenos, consciente del aumento de la resistencia a los antibióticos. En 2016, Centaury Therapeutics adquirió la tecnología que Altermune estaba desarrollando, bautizada como Alphamer.

Kary Mullis falleció a causa de una neumonía el 7 de agosto de 2019 en Newport, California, meses antes del inicio de la pandemia del coronavirus. Hubiese sido interesante ver qué tenía que decir sobre este tema uno de los científicos y premios Nobel menos convencionales del mundo, lisérgico padre de la PCR y hombre al que le importaba más bien poco la aprobación social y de sus pares.

REFERENCIAS

The unusual origin of the polymerase chain reaction

PCR and scientific invention: The trial of DuPont vs. Cetus

AIDS and GLOBAL WARMING