Las turbulencias que azotan a España han arramplado con más de 400 medicamentos, expulsados a partir de este mes del sistema de financiación pública. Su anunciada exclusión, ya antes del verano, ha provocado discusiones y especulaciones, más exasperantes aún por la insinuación de la ministra Ana Mato: ¿qué era eso de sacar del vademécum medicamentos de escaso valor terapéutico, como laxantes y antiinflamatorios, que se puedan sustituir con alguna cosa natural? Sus palabras parecían derribar un muro de contención que aislaba lo natural de lo convencional. O eso creíamos.
Pioneros de la acupuntura
Resultó, sin embargo, que, aunque es obvio que en España falta cultura y tradición de estas prácticas, los devaneos de la medicina convencional con la natural (“mal llamada alternativa”, según el doctor Julio Zarco, profesor de la Universidad Europea de Madrid) son muy corrientes desde hace tiempo en centros de salud, hospitales públicos y clínicas privadas de todo el país. La acupuntura, la homeopatía, la fitoterapia y la osteopatía son las que mejor parecen encajar en nuestro sistema sanitario. Su aplicación se decide casi siempre en las primeras fases de un proceso, o si resulta imposible aplicar tratamientos convencionales por complicaciones con los fármacos, alergias o efectos indeseados. Unas veces como alternativa, otras de forma complementaria, pero siempre bajo indicación y supervisión médica, y sin excluir los demás métodos modernos de diagnóstico y tratamiento.
Así lo cree Rafael Cobos, médico pionero en la aplicación de la acupuntura en el sistema sanitario español gracias a su implantación en la Unidad del Dolor del Hospital Virgen del Rocío de Sevilla, hace ya 15 años, cuando las técnicas analgésicas más o menos invasivas, como bloqueo epidural, catéteres espinales e infiltraciones de raíces nerviosas o nervios periféricos, tenían prioridad sobre los fármacos. “Los principios fueron duros”, explica Cobos. “Primero tuvimos que definir unos criterios de admisión de pacientes para acupuntura. En segundo lugar, demostrar su utilidad frente a los procedimientos habituales. Por último, mostrar tanto su rentabilidad como la mejora en la calidad de vida de los pacientes. Y todo, con las estrecheces de personal, material y de todo tipo, solo compensadas por los resultados”. Después de mucho empeño, fueron admitidos por el Colegio Oficial de Médicos. Hoy, los Colegios de casi todas las ciudades cuentan con su propia sección de medicinas paralelas. “Aun así”, advierte Cobos, “todavía hay médicos que desaprueban esta técnica, y la miran con recelo y miedo a que se extienda su uso”.
La acupuntura es ya habitual en los hospitales públicos españoles de todas las comunidades, sobre todo para tratar dolores, cefaleas, enfermedades gastrointestinales y parálisis. Unos 3.000 profesionales la recetan, lo que permite un ahorro en analgésicos que ronda el 50%. Solo en Andalucía, once de sus hospitales ofrecen esta y otras terapias. Las sociedades privadas también las incluyen en sus cuadros médicos. En Cataluña, la recién creada Unidad de Terapias Naturales en el Hospital Público de Mataró empieza a ser referente en el tratamiento de lumbalgias y otras patologías. El protocolo es sencillo: una vez que surge la iniciativa, se espera la aprobación por parte del hospital y el paciente firma en cada caso su consentimiento.
Tampoco los centros de salud son ajenos a las terapias naturales. En el de Dos Hermanas (Sevilla), Jorge Vas, médico de familia, aplica la acupuntura aprendida en la Universidad de Ciencias Médicas de Pekín. Su unidad atiende a diario unos 40 casos de artrosis, contracturas y migrañas. El impacto se resume en un dato: sus pacientes toman un 70% menos de medicación.
En el centro de salud de Montealegre, en Jerez de la Frontera, los fármacos convencionales armonizan con homeopáticos y productos elaborados en herboristerías a base de plantas. Semillas de lino contra el estreñimiento, infusiones para los trastornos gastrointestinales y, siempre, comida ligera.
Algunos reputados doctores e instituciones, en España y fuera, empiezan a hablar de resultados sin ningún remilgo y sin comprometer su crédito profesional y científico. El doctor Santiago Palacios en el último Congreso Nacional de Salud y Medicina de la Mujer (SAMEM) presentó los beneficios de la fitoterapia combinada (trébol rojo más soja) para tratar los sofocos y síntomas depresivos y de ansiedad asociados al climaterio que sufren alrededor del 75% de las mujeres.
Las terapias naturales cuentan, además, con el apoyo nada desdeñable de los pacientes. En afecciones leves, como es un problema de garganta, tres de cada cuatro se muestran receptivos a recurrir a un tratamiento natural, según una encuesta de Infito. El 80% de la población no tendría ninguna reticencia si estuviese dentro de la Seguridad Social.
Unos y otros argumentan que no existe enfrentamiento entre ciencia y naturaleza. “Al contrario”, dice el doctor Ricardo Cubedo, especialista en Oncología del Hospital Puerta de Hierro de Madrid, “el conocimiento profundo de la naturaleza y su aprovechamiento es el fundamento de la ciencia”.
El criterio no debe ser el ahorro
Para la homeópata y médica de familia Cristina Guasp Tichell hay una premisa difícil de olvidar en este asunto: “Los productos naturales pueden ser utilizados para distintas patologías humanas, siempre supervisados por alguien que conozca las intolerancias, sus efectos secundarios y su interacción con otros medicamentos. Es el caso de la homeopatía, se puede recetar a todo tipo de población (embarazadas, niños, ancianos…) sin los efectos secundarios de otros medicamentos convencionales, siempre que se haya hecho una buena valoración y diagnóstico”.
Los homeópatas (destacamos que es una disciplina sin aval científico) reciben pacientes polimedicados a quienes se les van reduciendo los fármacos progresivamente. Guasp recuerda los casos de una joven con psoriasis muy agresiva que no respondía a su tratamiento farmacológico y el de otra paciente con necrosis celular con edema en la pierna que le incapacitaba para andar. A las dos se les introdujo un tratamiento homeopático y gradualmente les quitaron sus fármacos anteriores.
“La medicina natural cuenta con la ventaja de estudiar la salud como un equilibrio mental y orgánico, de manera que entiende al hombre y su salud como un todo”, explica Roberto Abitbol, de la Asociación de Terapias Naturales y No Convencionales (Cofenat). “Y en estos momentos, con una crisis económica gigantesca, la acupuntura puede ser una magnífica fórmula de tratamiento sin incrementar los costes asistenciales”.
Pero si remedia o no los apuros económicos del sistema es otro cantar. “El criterio no debe ser el ahorro, sino el convencimiento de que existe evidencia sobre su utilidad”, añade Julio Zarco. Quizá sea el momento de descartar técnicas no validadas científicamente. “Solo aquellas que han demostrado efectos positivos, siguiendo las reglas de los ensayos, se deben introducir progresivamente”, añade. Y Rafael Cobos, da su opinión sobre por qué no lo están: “la ciencia es intransigente con estas terapias, exigiéndoles avales y efectos más benéficos que a muchos de los procedimientos que se aplican en consultas y hospitales. “Validar una técnica, en cuanto a seguridad y eficacia, requiere esfuerzo y dinero. Y las grandes empresas del sector farmacéutico no prestan demasiado apoyo”.
Validación científica de los tratamientos
De momento existe aún demasiado vacío legal y estudios pertinentes para hacer de lo natural una medicina regulada. En un documento elaborado por el Ministerio de Sanidad se identifican 139 terapias naturales, la mayoría inocuas, de las cuales solo una pequeña parte incide realmente sobre la salud. Sí admite, por ejemplo, la eficacia de la acupuntura en el control de náuseas y vómitos postoperatorios y después de una quimioterapia, y el alivio de dolores lumbares, dentales y de cabeza. Admite también la homeopatía, pero cogida con pinzas, ya que destaca numerosas contradicciones en su evaluación científica. La osteopatía ha demostrado beneficio en dolor lumbar inespecífico agudo o crónico, con un riesgo mínimo. El mismo informe se rinde a una evidencia: el alto grado de satisfacción entre los usuarios y el mínimo riesgo de su uso. Pero basta con asomarse a cualquier ciudad para ver que existe excedente de centros de terapias naturales sin ninguna autorización sanitaria.
La inclusión de algunas de estas terapias en los programas universitarios permite prever que, de aquí a unos años, los médicos estarán preparados en medicina natural. “Y a la larga, serán los resultados los que le den la medida de su valor”, indica el oncólogo Ricardo Cubedo. Será entonces cuando cambie el término de medicina alternativa por el de alternativa terapéutica. Será, si realmente cura.
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