Mirar las tetas.
Ya tienes la excusa perfecta si tu compañera de trabajo te pilla in fraganti con los ojos clavados bajo su barbilla. Puedes contestar que lo haces porque, según los científicos, mirar los pechos de una mujer durante diez minutos diarios es bueno para la salud. Sin ir mas lejos, reduce un 50% el riesgo de sufrir un infarto. Así de contundente es la doctora Karen Weatherby, quien recomienda esta práctica especialmente a los caballeros mayores de 40 años. Apuntarse a esta saludable costumbre parece ser que tiene los mismos efectos que hacerlo al gimnasio; es decir, que mantiene la presión arterial a raya y el riesgo de problemas cardíacos bajo control. Lo han comprobado en tres hospitales de Frankfurt, Alemania, donde han monitorizado durante cinco años la salud de 200 hombres. El resultado fue que los que miraban las tetas a diario vivían nada menos que cuatro años más.
Hablar con mamá.
La gente se explayaba antes en el confesionario, después pasó a hacerlo en el diván, y lo último es engancharse al teléfono para hablar con mamá. No es ninguna estrategia de las compañías de móviles. Un estudio de la Universidad de Harvard ha comprobado que las personas que mantienen cercanía afectiva con su madre conservan una salud envidiable: tienen menos probabilidades de desarrollar una enfermedad cardíaca o caer en adicciones como el alcoholismo. Si ya ha fallecido, los amigos son buenos sustitutos. La amistad es el mejor ansiolítico porque mitiga las consecuencias fisiológicas del estrés en los sistemas inmunitario, endocrino y cardiovascular, según ha comprobado un centenar de investigaciones, algunas tan curiosas como la que hicieron en la Universidad de Pittsburgh. Observaron que cuando se pide a los sujetos de un estudio que lleven a cabo tareas estresantes, basta con tener un amigo en la misma habitación para que disminuya el ritmo cardíaco y la presión arterial de quien realiza la labor.
Ir a un hospital público.
La esperanza de vida más alta entre los 23 países más desarrollados del mundo corresponde a Japón (81,8 años) e Islandia (80,4); y la menor a Estados Unidos (77,1 años). ¿A qué se debe que los japoneses vivan casi cinco años más que los estadounidenses? Respuesta A: Se rigen por los criterios del feng shui, que establecen la armonía con el entorno. Respuesta B: Tienen menos días de vacaciones y siguen el principio “el trabajo es salud”. Respuesta C: Invierten mucho en hospitales públicos. Si has respondido C, has acertado (no hay premio). Del total del gasto sanitario japonés, el 81,5% corresponde a la Sanidad pública, mientras que en Estados Unidos esta inversión solo alcanza el 44,4%
Dejarse llevar por la pereza.
“La pereza es madre de todos los vicios, y como madre… hay que respetarla”. Pues nada, a cruzarse de brazos y a seguir el consejo de Les Luthiers. La teoría de que la pereza alarga la vida tiene su base científica; lo más curioso es que el aval médico llega de Alemania, el último sitio del que habríamos sospechado, por aquello del estereotipo del alemán trabajador. La fórmula de Peter Axt, profesor de Ciencias de la Salud de la Universidad de Fulda, incluye dos ingredientes a los que nos apuntamos: “Evitar el estrés y dormir mucho”, y un tercero menos apetecible: comer menos, o practicar el ayuno dos días al mes. Peter Axt lo explica en el libro El placer de la pereza: nacemos con una cantidad limitada de “energía vital”, y si la agotamos con el ejercicio o trabajando, tenemos todas las papeletas para una muerte prematura. Pero si la administramos con prudencia, podemos vivir más tiempo.
Comerse los mocos.
A partir de ahora, nada de recriminarle a un niño que se meta el dedo en la nariz. Al contrario: hay que adiestrarles en la práctica igual que se les enseña a lavarse los dientes. Según el neumólogo austríaco Friedrich Bischinger, esta costumbre no tiene más que ventajas: “Con los dedos se llega a partes del interior de la nariz que no se alcanzan con el pañuelo, y así se mantiene el interior de la fosa nasal limpio”. Pero la operación ha de completarse con la ingesta del “botín” obtenido, lo que prepara al organismo contra las infecciones. “Es una buena manera de reforzar el sistema inmunitario, ya que expone el conducto digestivo a las bacterias acumuladas en la mucosidad”, asegura Bischinger. Cuando lo comemos, el moco funciona como una especie de vacuna. ¡Y además es gratis!
Ver comedias.
Unas risas pueden hacerle tanto bien a tu corazón como media hora de ejercicio. Las carcajadas son su mejor lubricante (el jamón de bellota también, pero sale bastante más caro) porque incrementan el torrente de sangre y dilatan los vasos sanguíneos, dos factores que retrasan la aparición de enfermedades cardiovasculares. El equipo del doctor Michel Miller, de la Universidad de Maryland, en Baltimore (Estados Unidos), ha comprobado que después de ver una comedia el torrente sanguíneo aumenta hasta un 22%, mientras que si se ve un drama disminuye hasta un 35%. Para Miller, ver una película de Billy Wilder es el complemento ideal para la práctica del ejercicio físico. Y requiere mucho menos esfuerzo: con solo 15 minutos tres días por semana es suficiente. Si, además, se quiere dotar al corazón de una protección completa, lo mejor es casarse. Según el Instituto Nacional de Estadística francés, los solteros son cinco veces más propensos a morir víctimas de una enfermedad infecciosa, y dos veces más a hacerlo como resultado de un accidente.