La primera ley de la inmunidad de rebaño o inmunidad de grupo es que la mayoría inmunizada protege a la minoría vulnerable
Más o menos el asunto funciona así: Si hay muchas personas inmunes (vacunadas o que han sido infectadas, con o sin síntomas), el virus no puede utilizarlas como puente (el virus sin un huésped humano no vive) y, sin trampolines que le lleven de un individuo a otro, cortado el camino que le permite su supervivencia, termina por desaparecer.
Se conseguirá cuando un número suficiente de individuos esté protegido y actúe como cortafuegos impidiendo que el coronavirus alcance a los que no lo están
La inmunidad de rebaño o inmunidad de grupo se reconoció por primera vez como un fenómeno natural en la década de 1930 cuando AW Hedrich publicó una investigación sobre la epidemiología del sarampión en Baltimore.
Hedrich se dio cuenta de que después de que muchos niños se hicieran inmunes al sarampión, la cantidad de nuevas infecciones disminuía temporalmente, incluso entre los niños más susceptibles a contagiarse.
El sarampión se venció en la década de 1960, treinta años después, con la vacunación masiva de los niños.
En la década de 1970, se desarrolló el teorema utilizado para calcular el umbral de inmunidad de rebaño de una enfermedad.
Ese punto, ese porcentaje, tiene que ver con la eficacia que tiene el virus para propagarse. No todos tienen la misma. Esa velocidad se expresa como su número de reproducción, o R0. El R0 para el coronavirus está entre 2 y 2,5, estiman los científicos lo que significa que cada persona infectada lo transmite a otras dos personas, sin contar con las medidas para contener el contagio. Los hay mucho peores.
Las paperas tienen una tasa reproductiva básica (R0) de 10-12 , lo que significa que cada persona infectada transmitirá la enfermedad a 10-12 personas.
Primer contagiado. En un modelo simple de un brote, cada infectado contagia a dos personas más, lo que produce un aumento exponencial de contagios.
España, como el resto de países de su entorno, está muy lejos de la ansiada inmunidad de rebaño o inmunidad de grupo. Y es que de media solo el 5% de la población nacional tendría en la actualidad anticuerpos de la Covid-19. Y aún hay que esperar para saber si el haber pasado la enfermedad garantiza que están protegidos y no vuelven a infectarse. Es decir, si realmente han desarrollado inmunidad al coronavirus.
Cuando un porcentaje suficiente de una población se vuelve resistente a un microorganismo, su propagación se detiene de forma natural porque no hay suficientes personas capaces de transmitirlo. Los epidemiólogos consideran que la inmunidad de rebaño o inmunidad de grupo será eficaz si hay entre un 50 y un 60% de la población inmunizada.
Los casos de coronavirus se multiplican en una población susceptible de la siguiente manera: 1, 2, 4, 8, 16, y así sucesivamente. Es decir, una persona contagia a otras dos, esas dos a cuatro, esas cuatro a ocho, etc.
Si la mitad de la población es inmune, la mitad de esas infecciones nunca ocurrirán, por lo que la velocidad de propagación se divide en dos. Y entonces el brote seguiría avanzando de esta manera: 1, 1, 1, 1… Desaparecerá cuando la tasa sea inferior a 1. Si ahora su velocidad de propagación es Ro 2, pues al dividirse la población de posibles propagadores, habremos llegado a ese Ro 1 que neutraliza el coronavirus.
La clave para frenar la pandemia de coronavirus es una vacuna que inmunice a más personas de las que ya están inmunizadas de forma natural. Necesitamos aumentar enormemente el número de personas inmunes, reduciendo los casos en los que la enfermedad será grave, y esto se consigue con una vacuna.
¿A cuántas personas habrá que vacunar para alcanzar esa inmunidad de grupo? Pues tendrá que verse cuál es el número de inmunizados de forma natural cuando llegue la vacuna (que no será antes de un año). Y después, el número de vacunados necesarios también depederá del Ro del coronavirus. Con el R0 se puede obtener la proporción crítica de vacunados (1-1/ R0), a partir de la cual se produce inmunidad de grupo, que es variable para cada infección.
El número de vacunas debe ser mayor a esta proporción para impedir la aparición de epidemias. Así que, además de conseguir la vacuna, habrá que esperar para que esté disponible para un 50% de la población.
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