Un nuevo estudio ha encontrado la manera de medir la edad biológica de tus células mirándote a los ojos
La procesión va por dentro. Y esta metáfora tiene su sentido biológico. No solo acumulas experiencias, recuerdos y sabiduría (unos más y otros menos) a medida que te haces mayor, además, las células de tu cuerpo van sufriendo daños que no hay manera de maquillar.
El estudio, publicado en Journal of Gerontology: Biological Sciences, ha encontrado la manera de medir la edad biológica de tus células, y lo han conseguido estudiando proteínas de la cornea. Así que es verdad que los ojos no mienten. El resultado del estudio es una herramienta fácil para saber a qué velocidad estás envejeciendo por dentro, aunque en el espejo te veas hecho un chaval
La edad biológica es exactamente eso: la que tienen las células de tu cuerpo, al margen de que socialmente a los 65 años todavía seas joven, las células de tu cuerpo han sufrido un estrés oxidativo que nada tiene que ver con una persona de 30.
No hay manera de maquillar las arrugas que también le salen a las células de nuestro cuerpo
Células que te acompañan desde que eras un embrión
Lo primero que tienen que mirar son células que estén en tu cuerpo a lo largo de toda la vida, células que no se renueven como las de la piel, que cada 28 días ya no son las mismas. Y las hay.
Hay un pequeño número de proteínas que se expresan durante el desarrollo embrionario y permanecen siempre, sin renovarse.
Son de larga duración neuronas del cerebro; elastina en el corazón, pulmón y vasos sanguíneos; y proteínas en el cristalino del ojo
Estas proteínas de larga duración incluyen: colágeno, la proteína más abundante en el cuerpo, que se encuentra en los huesos, tendones, cartílagos, músculos, discos intervertebrales, piel y córnea; proteínas de esmalte y dentina en dientes; proteínas de poros nucleares (nucleoporinas) en neuronas del cerebro; elastina en el corazón, pulmón y vasos sanguíneos; y proteínas citosólicas en el cristalino del ojo.
Estas proteínas de larga vida sufren un daño molecular acumulativo. Son las moléculas a las que se les nota la edad.
Las proteínas de larga vida en las corneas se expresan durante la vida fetal, no experimentan recambio, acumulan alteraciones moleculares a lo largo de la vida y son ópticamente accesibles in vivo. Esto quiere decir que puedes observarlas con un simple escáner. Algo que no ocurre con las neuronas, la elastina del corazón o el colágeno de los huesos. Mirar el interior del ojo es relativamente fácil.
En un curioso estudio, consiguieron averiguar la longevidad de una especie de tiburones de Groenlandia (microcefalia somniosus) utilizando una datación por radiocarbono de las proteinas del cristalino de sus ojos. Encontraron que son los vertebrados más longevos conocidos. Viven hasta los 90 años.
La lente humana es un tejido ideal para la evaluación cuantitativa del envejecimiento molecular in vivo
Se han propuesto y probado numerosas métricas relacionadas con el envejecimiento, pero hasta la fecha no lo habían conseguido. Por eso es tan relevante el estudio que se ha publicado en Journal of Gerontology: Biological Sciences , porque han encontrado un método fácil de medir la edad biológica, con un escáner ocular que podría hacerse fácilmente en una consulta a un oftalmólogo.
“La cornea tiene proteínas que acumulan cambios relacionados con el envejecimiento a lo largo de la vida. Estas proteínas registran el historial de envejecimiento de cada persona. Nuestro escáner ocular puede decodificar este registro y detectar cómo está envejeciendo esa persona a nivel molecular «, dice el autor del estudio Lee E. Goldstein, profesor asociado de neurología, patología y laboratorio. medicina, psiquiatría y oftalmología en la Facultad de Medicina de la Universidad de Boston
Podrán saber si determinada dieta mantiene más jóvenes a nuestras células, o el ejercicio físico, o cualquier otro factor que vinculemos a ser joven, pero en este caso, por dentro
Esto tiene sentido porque del mismo modo que no todas las personas envejecen igual por fuera, tampoco lo hacen igual por dentro. Y con una tecnología sencilla que permita averiguarlo, podrán establecerse nexos entre los hábitos de vida y como afectan a nuestra edad biológica. Podrán saber si determinada dieta mantiene más jóvenes a nuestras células, o el ejercicio físico, o cualquier otro factor que a vinculemos a ser joven.
Fuente: Universidad de Boston.
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