Claves y argumentos científicos para convencer a las personas escépticas de la vacunación contra la COVID-19
Nunca fue antivacunas. Sencillamente tiene miedo. La avalancha de desinformación sobre las vacunas y la alarma incontrolada de los trombos relacionados con la vacuna AstraZeneca hacen que pueda más el miedo a la vacuna que el miedo a la COVID-19. ¿Qué argumentos hay para convencerla?
Las encuestas mostraron cómo a medida que iba avanzando el proceso de vacunación en España los ciudadanos fueron tomando confianza. Según el CIS, quienes estaban dispuestos a vacunarse en cuanto pudieran pasaron del 40% en diciembre al 82% en febrero.
No existen encuestas tan fiables sobre cómo ha impactado todo el ruido generado con AstraZeneca. Tan solo una de YouGov [compañía internacional de investigación de mercados y análisis de datos con sede en el Reino Unido] entre 1.050 personas que asegura que un 52%, considera ahora que la vacuna de AstraZeneca es insegura, el doble que hace un mes (25%).
Según el último barómetro del CIS, en torno el 6,5 % de la sociedad española no está dispuesta a vacunarse cuando llegue su turno y el 5 % aún tiene dudas sobre estas terapias o no ha decidido si lo hará, un porcentaje que se ha ido incrementando estos días debido a las últimas noticias.
En el caso de la Comunidad de Madrid, los datos detallan que el rechazo de la vacuna ha pasado del 3 %, a finales del mes de marzo, a más del 60 % debido a las últimas informaciones y decisiones sobre los grupos de edad a mediados de abril.
Para echar una mano, expertos de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC) han elaborado un decálogo con los 10 argumentos de más peso para ofrecer a una persona que no quiere vacunarse.
- Todos los medicamentos tienen efectos secundarios, pero sus beneficios son muy superiores a los riesgos que se asumen.
- Desde el comienzo de la vacunación, los fallecimientos en residencias de ancianos se han reducido drásticamente.
- Las vacunas son las terapias más seguras y los posibles riesgos de las vacunas son poco probables.
- Las vacunas basadas en ARN se llevan estudiando desde hace veinte años.
- Los riesgos derivados de la COVID-19 son muy superiores, con riesgo de muerte, que las poco frecuentes trombosis derivadas de las vacunas.
- No realizar una vacunación masiva prolongará la pandemia durante mucho más tiempo. No existen certezas, pero no hacer nada no va a mejorar la situación.
- La vacunación masiva permite la vuelta a la normalidad y la recuperación paulatina de la normalidad.
- Si ante una primera dosis no ha habido reacción, el riesgo de sufrir algún tipo de efecto secundario con la segunda dosis es mínimo.
- Los profesionales sanitarios y el personal de residencias han sido los primeros colectivos en vacunarse y los efectos secundarios graves apenas han existido.
- Vacunarse es un acto altruista: no solo se protege uno mismo, también contribuye a la protección de toda la sociedad, especialmente de aquellas personas inmunodeprimidas que no pueden optar a este tipo de terapias.
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