Los investigadores han desarrollado un método de caballo de Troya que engaña a los parásitos de la malaria para que ingieran una dosis mortal de fármacos

Muchas personas de mediana edad toman fármacos para reducir el colesterol, supuestamente para prevenir enfermedades cardiovasculares, pero nuestro organismo también necesita colesterol para sobrevivir, y también otros muchos seres vivos, incluyendo los organismos microscópicos.

Los científicos de la Universidad Nacional Australiana (ANU) han descubierto que la función del colesterol como componente básico de la vida es la clave para tratar enfermedades mortales causadas por parásitos, en concreto el de la malaria.

Los investigadores han desarrollado un método de caballo de Troya que engaña a los parásitos de la malaria para que ingieran una dosis mortal de fármacos aprovechando que el parásito necesita colesterol para sobrevivir. Uniendo el colesterol a los fármacos, los científicos pueden «introducirlos» de contrabando en el parásito, donde ejercen su efecto letal.

El nuevo método del caballo de Troya podría conducir a tratamientos más eficaces y duraderos contra la malaria. Según los científicos, los hallazgos también tienen implicaciones para la industria agrícola, ya que los parásitos pueden infectar y matar al ganado, provocando pérdidas multimillonarias a los ganaderos.

El investigador principal, el profesor Alex Maier, de la ANU, afirmó que el método del caballo de Troya para introducir fármacos en los parásitos es entre tres y 25 veces más eficaz para eliminarlos que los medicamentos que no están unidos al colesterol.

Uniendo el colesterol a los fármacos, los científicos pueden «introducirlos» de contrabando en el parásito, donde ejercen su efecto letal

«Debido a su mala reputación, la gente olvida a menudo que el colesterol es un componente básico de la vida y que los seres humanos y los animales lo necesitan para funcionar y sobrevivir. Los parásitos están especialmente desesperados por obtener colesterol, ya que han perdido la capacidad de producir el suyo propio», explica el profesor Maier.

«Como los parásitos no pueden producir colesterol por sí mismos, se lo roban a sus huéspedes y lo almacenan».

Después de que un mosquito inyecte los parásitos de la malaria en los humanos, éstos acaban entrando en los glóbulos rojos, donde se esconden del sistema inmunitario. Aunque el paludismo puede curarse con fármacos, los parásitos del paludismo son inteligentes. Encuentran continuamente nuevas formas de adaptarse y crear resistencia a las terapias actuales, lo que mantiene en vilo a los científicos.

Pero los científicos de la ANU afirman que su nueva técnica, que camufla los fármacos bajo el velo del colesterol, resuelve este viejo problema.

«El parásito absorbe pasivamente los fármacos que se utilizan para tratar la malaria, lo que significa que no son todo lo eficaces que podrían ser», explica el profesor Maier. «Al unir los fármacos al colesterol, el parásito se aferra activamente al colesterol y se lo come. Esto nos permite introducir los fármacos en zonas óptimas del parásito, donde pueden causar el mayor daño».

«Con este método también podemos reutilizar fármacos existentes que han perdido su efecto y hacerlos eficaces de nuevo. Esencialmente, estamos dando nueva vida a fármacos existentes que se han vuelto redundantes».

Esta investigación también allana el camino para el desarrollo de nuevos fármacos más eficaces y baratos de fabricar. Según los científicos de la ANU, este nuevo sistema de administración de fármacos acoplados al colesterol también podría utilizarse para tratar otras enfermedades, como la giardia, una enfermedad intestinal responsable de causar diarrea.

También podría ayudar a tratar la leishmaniasis, una enfermedad de la piel, la boca, la nariz y la garganta que afecta desproporcionadamente a algunas de las personas más pobres del mundo. Si no se trata, la leishmaniasis puede ser mortal.

Según el profesor Maier, la investigación también podría dar lugar a terapias nuevas y más eficaces para tratar enfermedades parasitarias en animales de compañía y ganado, lo que evitaría daños por valor de miles de millones de dólares y supondría un gran impulso para la industria agrícola, también en Australia.

REFERENCIA

Imagen: Parásito de la malaria, National Institute of Allergy and Infectious Diseases, NIH.