Retirar los antibióticos temporalmente podría restaurar su eficacia contra las bacterias resistentes
La resistencia a los antibióticos es un problema para el control de enfermedades desde hace más de dos décadas. Los microorganismos encuentran la manera de eludir los antibióticos con la misma rapidez con la que se fabrican nuevos fármacos. Hasta ahora, los casos de Staphylococcus aureus resistente a la meticilina (SARM) y pseudomonas aeruginosa multirresistente son motivo de gran preocupación.
Actualmente, la resistencia a los antibióticos es un importante problema mundial que representa una amenaza para la vida humana. En 2019, aproximadamente 5 millones de personas murieron por infecciones resistentes a los antibióticos. Es tan grave que la resistencia de un microbio a un solo antibiótico supone un tremendo peligro y no digamos ya a varios. A veces esto ocurre en casos en los que no hay otra opción de tratamiento.
Se ha investigado mucho para encontrar una posible solución a esto. Los expertos médicos han llevado a cabo varios experimentos para averiguar cuánto tiempo debemos administrar antibióticos antes de que el microorganismo se vuelva resistente o si incluso debemos administrar ciertos tipos de antibióticos.
Una posible forma de restablecer la eficacia sería dejar de prescribir y utilizar el fármaco. Existe una teoría que infiere que la retirada temporal de un antibiótico, que permite que varias generaciones de bacterias evolucionen sin estar expuestas a él, podría restaurar la eficacia del fármaco.
Revivir viejos antibióticos: el ejemplo de la colistina
El concepto de retirar un antibiótico durante un periodo de tiempo ha demostrado su eficacia. Con el tiempo, se recuperaron algunos antibióticos muy antiguos y funcionaron. Algunos ejemplos son la colistina, la fosfomicina, la pristinamicina, etc.
La colistina pertenece al grupo de antibióticos de la polimixina. La resistencia que los microorganismos producían contra este fármaco era motivo de preocupación en todo el mundo. Sin embargo, después de que se advirtiera que el fármaco también era tóxico para el cerebro y los riñones, se retiró del mercado durante algunos años.
Recientemente, se ha reintroducido como medicamento de último recurso y se está utilizando para el tratamiento de infecciones causadas por microorganismos multirresistentes.
El problema actual: el uso excesivo de azitromicina
Durante la pandemia de COVID-19 se utilizaron muchos antibióticos, entre ellos la azitromicina. Su versatilidad y sus menores efectos secundarios la convirtieron en el fármaco preferido en aquella época.
Los científicos han expresado su preocupación por la posibilidad de que los microorganismos se vuelvan resistentes al fármaco. En la actualidad, está contribuyendo activamente a la resistencia a los antimicrobianos.
Un estudio publicado por la Dra. Dragana Sokolovic en Frontiers destacó cómo la pandemia hizo que aumentara el uso de antibióticos, especialmente de azitromicina. Analizaron los antibióticos prescritos en los hospitales entre 2019 y 2021 y descubrieron un alto consumo de azitromicina, vancomicina, cefuroxima, ciprofloxacina, meropenem y otros. En comparación con el periodo anterior a la pandemia, los valores eran mucho más altos.
El concepto de memoria bacteriana durante la exposición a los antibióticos
Los científicos han coincidido en la teoría de que los microbios responden a los antibióticos de forma diferente tras una serie de exposiciones repetidas. Esto hace que se adapten a las condiciones ambientales imperantes.
De este modo, crean resistencia contra el antibiótico, haciéndolo ineficaz. La prohibición temporal de los antibióticos rompe este ciclo, haciendo a las bacterias más vulnerables.
REREFENCIA
A new strategy to fight antimicrobial resistance: the revival of old antibiotics