Nos recibe en su despacho y empezamos la entrevista sin mayores preámbulos. Medita las respuestas, y refuerza sus explicaciones con el movimiento rápido y continuado de las manos. Cuando da un dato revelador, inclina el cuerpo adelante, esperando un gesto de sorpresa o estupefacción en la cara del oyente. “Los genes de la piel determinan nuestro aspecto físico en un 90%. Michael Jackson luchó contra ellos durante toda su vida y así terminó”. Adolf Tobeña ha recibido numerosos premios y ha escrito, entre otros libros, Anatomía de la agresividad humana (2001); Mártires mortíferos: biología del altruismo letal (2004) y Cerebro y poder (2008). En esta obra, explica que la biología nos dicta en buena medida hacer uso de la astucia y la crueldad para alcanzar el poder.
P ¿De verdad todos tenemos buen concepto de nosotros mismos?
R Desde luego. Nos creemos buenos, generosos, honestos y cooperadores. Cuando evaluamos nuestra conducta llegamos, incluso, al notable alto. Esto sucede porque la naturaleza nos ha hecho optimistas, confiados en un futuro mejor. Por ese motivo, crecemos, prevalecemos y, en la medida de lo posible, diseminamos nuestra simiente enfrentándonos a cualquier adversidad. Las personas que piensan mal de sí mismas se convierten en carne de psiquiatra.
P ¿Podemos convertir a un hombre cualquiera en un torturador?
R Sí. El profesor de Yale Stanley Milgram ya lo demostró mediante numerosos experimentos que realizó en 1961. Reclutó a un grupo de hombres de entre 20 y 50 años y les pidió que adoptaran el papel de maestros. Tendrían la responsabilidad de administrar descargas eléctricas a sus alumnos si estos equivocaban las respuestas sobre las palabras que debían haber aprendido. Pues el 65% de los participantes obedeció sin pestañear las instrucciones de los investigadores. Un 15% no llegaba hasta las descargas más peligrosas, y otro 15% se resistía y abandonaba el experimento. Se han realizado ensayos similares en distintas partes del mundo, y la cifra de potenciales torturadores se sigue manteniendo en todos ellos en un 65%.
P Imaginemos que sufro un accidente de tráfico que me provoca lesiones cerebrales. ¿Esta circunstancia me podría transformar en un asesino en serie?
R Sí, existen algunos casos clínicos. Por lo general, un torturador morboso goza de un cerebro en perfectas condiciones, sin lesiones, pero carece de los frenos que controlan sus tentaciones lesivas hacia otras personas, incluso disfruta haciendo daño.
P ¿Nuestra civilización se ha basado en el uso de la maldad?
R Claro. Repasemos los pecados capitales. La ambición, el orgullo, la codicia y la envidia están relacionados con el éxito y el poder. En una escala menor quedarían la lascivia, la gula y la pereza. Nuestras ganas de demostrar que somos competitivos alimenta el progreso, y además, sustenta nuestra cara más oscura.
P ¿La bondad es el auténtico enigma de la naturaleza humana?
R No. Darwin reflexionó mucho sobre este tema a la hora de elaborar su teoría del origen y la evolución de las especies. Los más fuertes y los mejor adaptados al medio consiguen el éxito, pero los animales también cooperan entre sí. Pondré el ejemplo de los macacos, bastante agresivos y crueles. Pues cuando detectan a un miembro de su grupo con síndrome de Down, lo cuidan. Esta actitud de colaboración, de ayuda a los demás, también está presente entre nosotros, y provoca que olvidemos rápidamente los pequeños conflictos que protagonizamos cada día por culpa del espíritu tóxico que llevamos dentro.
P ¿Hay personas predispuestas genéticamente a hacer daño?
R Los genes modulan nuestro comportamiento dañino en un 70%. En consecuencia, el 30% restante se refiere al grado de libertad que tenemos a la hora de tomar decisiones. Este margen de autonomía es el que nos ha permitido desarrollar con éxito fármacos destinados a contener los impulsos de agresividad que padecen algunas personas.
P ¿Fabricaremos pastillas que nos hagan bondadosos?
R No exactamente. Estamos experimentando con moléculas que borran recuerdos traumáticos o bien potencian el sentimiento de dolor frente al sufrimiento ajeno. Gracias a esta fórmula, podríamos despertarle al psicópata el sentimiento de pena, y él lograría así participar afectivamente en la realidad de su víctima.
P ¿Existen niños psicópatas?
R Sí. Los profesores lo detectan en el patio del colegio. De pronto, un niño escoge a una víctima y la tortura hasta conducirla al suicidio. Un caso famosísimo fue el de Robert Thompson y Jon Venables, autores del asesinato en 1993 del pequeño James Bulger, de dos años. Ambos alegaron ante el juez que se ensañaron con la criatura porque estaban aburridos.
P ¿Por qué los malos resultan más atractivos para las mujeres?
R Numerosos estudios demuestran que son capaces de proporcionar mejores orgasmos. Como también se trata de un perfil de hombre que busca tener muchas parejas sexuales, mediante el uso de la seducción y el engaño aumentan las probabilidades de dejar embarazadas a un mayor número de chicas. De ese modo, el éxito biológico está asegurado.
P ¿Qué pasos hay del amor al odio y al asesinato “porque era mía”?
R El despecho vengativo se dispara en el hombre cuando descubre que su novia o esposa ha mantenido relaciones sexuales con otro tipo; en cambio, una mujer responde peor ante el engaño afectivo. Por ejemplo, si escucha confesar a su pareja que está viviendo una historia de amor intensa con una tercera persona. Para la mujer, el sentimiento de abandono provoca un dolor profundo. Y la traición entre la pareja acaba provocando la tragedia.
P ¿Para alcanzar el poder de una organización debo necesariamente mentir, persuadir y manipular a todos los que me rodean?
R Sí. Salvo que contaras con el apoyo de confidentes tan leales, sumisos y limitados que jamás se atrevieran a traicionarte.
P Tal como señalas en tu libro Cerebro y poder, un exceso de testosterona alimenta el deseo de poder. ¿Esto mismo provoca que los políticos más manipuladores necesiten mayor actividad sexual?
R Correcto, pero convendría matizarlo. La testosterona es uno de los múltiples factores. Además, existen otras estrategias de seducción menos agresivas. Los tipos divertidos y poco competitivos triunfan gracias al uso cautivador del lenguaje.
P Para terminar, ¿usted se definiría como una buena persona?
R Mis colaboradores tienden a considerarme frío, cerebral, antipático y, a veces, un poquitín traicionero. Eso sí, tampoco soy un canalla. Cuando acepto un compromiso, lo cumplo.
QUE ES LA MALDAD [image id=»14792″ data-caption=»» share=»true» expand=»true» size=»S»]El especialista define este concepto (aplicado a las personas) como: “El goce reiterado y cruel con la desgracia ajena. Hay niños que disfrutan torturando a sus compañeros de clase y, una vez convertidos en adultos, medran lastimando a aquellos que perjudican sus intereses”. |
¿POR QUÉ SOMOS MALOS? [image id=»14793″ data-caption=»» share=»true» expand=»true» size=»S»]Nos enfrentamos cotidianamente a situaciones que exigen de nosotros codazos, empujones y trampas para defendernos”, explica Tobeña. “La competición social, ineludible en nuestras vidas, conduce a ello incluso entre las personas más cabales. Además, existen otros mecanismos que mantienen viva la maldad en nuestro interior. Un ejemplo es que buena parte del sentido del humor consiste en ridiculizar al contrario.” |
¿LAS MUJERES PERVERSAS RESULTAN MÁS ATRACTIVAS? [image id=»14794″ data-caption=»» share=»true» expand=»true» size=»S»]Aunque no existen muchos estudios sobre la cuestión, el especialista cree que sí. “Hemos de tener presente que la vileza incita al desafío. Hay mujeres con un talante psicopático capaces de embaucar a cualquiera. Puro peligro combinado |
Redacción QUO