Este catedrático de Economía de la Universidad Laval de Québec (Canadá) y codirector de la red Poverty and Economic Policy (PEP) analiza las influencias entre la economía global y la pobreza, especialmente la que afecta a los niños.
¿Cómo pueden ayudar las ciencias sociales a combatir la pobreza?
Hay dos campos de trabajo. Lo primero es monitorizar el hambre en las comunidades para obtener datos con regularidad y conocer su evolución y contrastarla con las políticas aplicadas, para ver si éstas tienen algún impacto. Por ejemplo, en Senegal tenemos un equipo que estudia los programas de alimentación en las escuelas utilizando herramientas de las ciencias naturales, como son los experimentos al azar, para ver por qué esos programas resultan beneficiosos en algunas escuelas y en otras no.
¿Cuál es el otro campo de estudio?
Observar el efecto de las grandes actuaciones políticas. Por ejemplo, qué ocurre en una crisis global. Los estudios que hemos realizado en África occidental muestran que la crisis global seguramente aumentará el hambre de forma dramática en algunos países de esa zona. En Ghana el hambre infantil ha aumentado hasta un 7%. Además utilizamos modelos para ver el efecto de las ayudas. Por ejemplo, qué ocurre si damos dinero en efectivo a los niños que predecimos que van a ser pobres. Primero, establecemos un modelo para ver qué características tienen las familias de esos niños (normalmente rurales, encabezadas por una mujer, agrícolas). E incluso admitiendo algunos errores en esa caracterización, vimos que si el gobierno dedicara un 1% del PIB a hacer transferencias en efectivo para los niños pobres, podría contrarrestar por completo el efecto de la crisis sobre ellos.
¿Qué hicieron con esos resultados?
Esto era un estudio para Unicef. Querían conocer de antemano los efectos de la crisis y las mejores acutacions para combatirla. Por eso realizamos esos modelos.
¿Los responsables de pasar a la acción se muestran dispuestos a escucharles?
Sí, tenemos mucho éxito. En los países en desarrollo los investigadores y los responsables de las políticas suelen ser una pequeña élite con formación superior, por lo que se conocen muy bien y tienen una buena comunicación. Nosotros tenemos una red de trabajo y desde el principio pedimos a los equipos que se impliquen con quienes van a utilizar sus investigaciones. A menudo estos gestores invitan a los investigadores a participar en el diseño de las políticas o a realizar un seguimiento de las mismas.
¿Por qué se especializó en pobreza infantil?
Porque está muy poco estudiada. En los países en desarrollo los pobres suelen tener muchos hijos, por loque a veces más de la mitad de la población pobre son niños. Y además son muy vulnerables. La malnutrición tiene mayor impacto en un niño, porque afecta a su desarrollo físico y a su salud. Y la inversión en su educación va a determinar su grado de riqueza para el resto de su vida. Además, los niños no tienen demasiada voz, no suponen un voto político, apenas tienen instituciones que les defiendan. Por todo ello es el área que requiere más investigación.
Pilar Gil Villar