Es un invento de antes de Cristo, en Mesopotamia extraían de la raíz del ricino (abajo, en la imagen) un aceite amarillo que, además de servir como laxante, se usaba como hidratante. En el siglo XX, el farmacéutico Max Kiss lo mezcló con chocolate tras comprobar cómo los bodegueros añadían al fino feloftaleína, una sustancia con los mismos efectos que el aciete. Lo llamó Ex-Lax, abreviatura de «excelente laxante» y en un año consiguió vender quinientos millones de dosis.
Redacción QUO