Científicos de la Academia Eslovaca de Ciencias dieron con el secreto que permite que las plantas cercanas a Chernóbil sobrevivan y crezcan en suelos altamente radiactivos. El 2 de abril de 1986 se produjo el peor accidente nuclear hasta el momento. Pese a ello algunas especies de vegetales se las han ingeniado para sobrevivir en un suelo con una alta contaminación radiactiva.
Martin Hajduch analizó plantas de soja que cultivó en una granja a cinco kilómetros del reactor, en el pueblo de Chistogalovka. Una vez que la planta creció y comenzó a dar semillas, se congelaron estas en nitrógeno líquido y luego se rompieron en piezas minúsculas para poder extraer una mezcla de proteínas. Luego cada una de estas fue analizada con un espectómetro. Como referencia hicieron algo similar con plantas cultivadas en otra granja, pero a 100 kilómetros de allí.
En un principio, Hajduch descubrió que las plantas llevan a cabo un profundo cambio interior, ajustando los niveles de ciertas proteínas que les protegen contra las enfermedades y los metales pesados. La mayoría de ellas estaban involucradas en la comunicación química o la señalización celular. Pero el hallazgo más importante fue ver cómo los niveles de cientos de proteínas responsables de activar otras semejantes (o mantenerlas inactivas) había descendido.
Gracias a ello, los niveles de Cesio 137 (un isótopo radiactivo que constituye, desde 2005, en la mayor fuente de radiación en la zona) son extraordinariamente bajos en la soja, aunque todavía las plantas no son comestibles.
Si los científicos logran comprender cómo las plantas han sobrevivido a un ambiente tan hostil, podrán en un futuro cultivar, mediante bioingeniería, plantas supersaludables capaces de enfrentarse a situaciones extremas, como ser cultivadas en tierras poco fértiles.