Inspirado en el movimiento del brazo humano, su sistema se basa en el de la pala de una excavadora. Su objetivo es permitir el movimiento de la luz en cualquier dirección y se lo debemos al inglés George Carwardine, quien a principios de los años trienta del siglo XX empezó a trabajar en su diseño. Carwardine era ingeniero en en mecánica automotriz y experto en sistemas de suspensión para automóviles, y fascinado por la funcionalidad de los muelles, empezó a investigar cómo aprovechar la tensión del acero enrrollado para fabricar una lámpara articulada.
El primer flexo lo presentó en la Feria de Industrias Británicas de Birmingham, en 1934. Se diseñó como lámpara de sobremesa para las consultas de los médicos, ya que necesitaban una luz que pudieran dirigir con rapidez y precisión a las partes de cuerpo de los pacientes que necesitaban auscultar. Por eso al principio se produjeron pocas unidades y no se introdujo en el ámbito doméstico.
Redacción QUO