La contaminación por microplásticos ha llegado hasta los platos en los que comemos diariamente. O, al menos, eso es lo que se desprende de los resultados de un estudio realizado conjuntamente por Greenpeace y la Universidad de Incheon en Corea del Sur, según el cual, aproximadamente el 90% de la sal que se consume en todo el mundo está contaminada por estas sustancias.
Los autores del mismo analizaron la salde 39 marcas que se comercializan en todos los continentes y encontraron que prácticamente todas ellas contenían residuos de microplásticos. Tan solo tres de las marcas analizadas estaban totalmente limpias. Se trataba de una sal marina refinada en Taiwan, otra de roca refinada en la China continental y una sal marina producida por evaporación en Francia.
La sal procedente de Asia resultó serla que presentaba mayor proporción de contaminación por microplásticos, especialmente una originaria de Indonesia.
Respecto a nuestro país, conviene recordar que en septiembre de 2017, la Universidad de Alicante publicó los resultados de un estudio que revelaba que la sal procedente de las salinas de toda la costa española (se analizaron salinas desde Galicia a Barcelona, pasando por Cádiz e incluyendo Canarias), contenía entre 60 y 280 partículas de microplásticos, dependiendo del lugar de su obtención.
Según ese mismo estudio, un ciudadano español podía consumir teóricamente una cantidad media de 510 partículas de microplástico.