En países como Noruega todavía hay edificios con una estructura de vigas de madera en la que se vislumbra la costumbre vikinga de aprovechar las raíces más voluminosas de las plantas. Aquellas que tenían la forma adecuada se añadían al conjunto con la función de formar parte de la estructura.
Pero las raíces más menudas también pueden cumplir un papel importante en la tarea de proteger una casa, como demostraron también los pueblos nórdicos. Los edificios de madera muchas veces se cubrían con una capa vegetal llamada ‘tepe’, que es una especie de manta de césped que incluye la tierra y las raíces, y que ayudan a aislar la vivienda del rigor del frío clima del exterior.