El Holocausto cometido por los nazis ha sido una de las mayores monstruosidades de la historia. Sus víctimas fueron mayoritariamente judíos, pero la máquina de exterminio alemana aniquiló también a opositores políticos, gitanos, homosexuales y miembros de otras minorías.
Ahora, un nuevo estudio realizado por un equipo de la Universidad de Tel Aviv revela que aquel atroz episodio fue aún más espantoso de lo que podíamos imaginar. Tal y como explican los investigadores, aunque parezca lo contrario, no se conserva demasiada documentación sobre las actividades de los nazis en los campos de exterminio, ya que procedieron a destruirla cuando se acercaba el final de la guerra.
Por ese motivo, los autores del estudio han buscado información indirecta. Concretamente, se han centrado en la actividad de los ferrocarriles que participaron en la llamada Operación Reinhardt (nombre que recibió el dispositivo ferroviario encargado de transportar a los prisioneros judíos a los distintos campos de exterminio).
En 1942, Hitler visitó varios de dichos campos y quedó descontento por el ritmo al que se estaban llevando las ejecuciones, que le parecía demasiado lento. Y ordenó que se acelerase.
Los investigadores han descubierto que coincidiendo con dicha orden, el número de trenes que transportaban a las futuras víctimas aumentó de forma sustancial. Los autores del estudio afirman que en ese momento se produjo lo que han bautizado como un “pulso de muerte”. Y han calculado que en el plazo de unos tres meses, los nazis pudieron asesinar a más de un millón y medio de judíos.
Eso equivaldría unas 15.000 muertes diarias. Una cifra diez veces superior a lo que siempre se había estimado.
Fuente: ScienceAlert.
Vicente Fernández López