En 2006, se descubrieron en el valle de Salkhit, en Mongolia, fragmentos de un cráneo que ha sido desde entonces objeto de una interesante polémica científica. El resto óseo conservaba los arcos de las cejas y las fosas nasales. Y el estudio de esos rasgos sugería que se trataba de una especie muy primitiva. Tal vez emparentada con el Homo erectus o los neandertales.
Se llegó incluso a acuñar un nombre para ella: Mongolanthropus. Pero, un nuevo estudio realizado por un equipo de la Universidad de Oxford, ha revelado la verdad sobre este resto humano.
Usando una de las modernas técnicas de datación, los investigadores han fechado el cráneo con una antigüedad de entre 34.000 y 33.000 años. Lo que indica que estos fragmentos de cráneo pertenecían a un humano moderno.
Más concretamente, pertenecerían a un miembro de las primera soleadas que se asentaron en el territorio de la actual Mongolia. Lo cual, parece que sucedió más tarde que en otras partes de Asia. En China, por ejemplo, ya había humanos modernos hace aproximadamente 100.000 años.
Fuente: ScienceDaily.