Cráneos como el de la imagen pertenecen a la cultura Paraca, que vivió en el Perú precolombino. Los primeros fueron descubiertos en 1927, aunque se han encontrado muchos más en excavaciones posteriores. La mayoría de ellos pertenecen a mujeres, y lo que más llama la atención es su exagerada deformidad. Eso ha motivado que haya personas que han vinculado estas peculiares calaveras con los extraterrestres.

Se trata, por supuesto, de una hipótesis absurda porque hay numerosas evidencias de que la deformación craneal era una práctica bastante habitual en muchas de las culturas de antaño. La referencia más antigua a ella fue realizada por Hipócrates en torno al año 400 adC, cuando escribió sobre una tribu africana a la que denominó cabezas alargadas. Pero hallazgos posteriores han revelado que se ha practicado en casi todos los lugares del mundo.

Y uno de esos lugares fue el antiguo Perú. Para lograr esa deformidad, las cabezas de las recién nacidos eran sometidas a la presión de dos piezas de madera atadas a su cabeza con un paño. Pero, ¿con qué propósito hacían algo así? Un equipo de investigadores de la Cornell University ha vuelto a analizar los cráneos, y ha encontrado indicios de que estas personas tenían una mejor alimentación que aquellas otras cuyos cráneos no fueron deformados. Y casi no muestran heridas o magulladuras.

Para los investigadores es una prueba de que estas mujeres pertenecían a una clase social más elevada o privilegiada, vinculada tal vez con algún culto religioso. Y que, por tanto, la deformidad de su cráneo era un símbolo de estatus que las diferenciaba del pueblo llano.

Vicente Fernández López