«Como equipo, estamos muy decepcionados de no haber tenido éxito en nuestra misión de encontrar el Endurance». Son palabras del arqueólogo marino británico Mensun Bound, quien también es el director de la expedición Weddell Sea en aguas de la Antártida para dar con los restos del famoso barco de Ernest Shackleton. Este quedó atrapado en el hielo en 1915 cuando el buque, con 56 hombres a bordo, conquistó el continente helado. Todos ellos vivieron durante varios meses allí, pero el hielo comenzó a quebrar el casco y tuvieron que abandonarlo. Ahora un grupo de investigadores pretendía encontrar los restos del barco que estaban a unos 3.000 metros de profundidad, en unas coordenadas que fueron anotadas en su momento por Shackleton, pero las cosas no han ido como esperaban…
El mal tiempo y el denso hielo en pleno movimiento está dando más problemas de los que creían y están poniendo en peligro incluso al barco que ha ido a sacar adelante el proyecto: el navío sudafricano Agulhas II, el cual podría quedar atrapado en el hielo, como en su momento lo hizo el Endurance. Además, en esta última semana han perdido uno de los dos vehículos autónomos subacuáticos que estaban siendo dirigidos para llegar hasta la altura donde creen que está el pecio. Mensun Bound ha dejado claro a través de un comunicado que el mar de Weddel no ha cambiado mucho de las malas condiciones que tuvo que vivir Shackleton en su momento: «Como Shackleton antes que nosotros, que describió a la tumba del Endurance como ‘la peor porción del peor mar del mundo’, nuestros bien organizados planes han sido machacados por el rápido movimiento del hielo y lo que Shackleton describió como ‘las horribles condiciones del mar de Weddell'».
Después de dos semanas de trabajo, el proyecto se queda por tanto en pause, a la espera de saber si les merece la pena volver a la zona cuando haya mejores condiciones meteorológicas que les permitan llevar a cabo la búsqueda. La pérdida de toda comunicación con uno de los vehículos dirigidos a distancia desde el barco Agulhas II ha sido un duro mazazo, más aún cuando se trata de los pocos que pueden aguantar tan bajas temperaturas a distancias tan bajas como 3 kilómetros de distancia.
Seguiremos atentos…
Alberto Pascual García