Si fuera una competición leal, en la que no valen los mordiscos ni utilizar el propio peso, esos bracitos como palillos, que no sirven ni para aplaudir, no serían rival para ti. ¿O sí?
El paleontólogo Francisco Ortega, especializado en la musculatura de varios dinosaurios, asegura que “la respuesta es compleja porque no depende de un único factor. Se ha calculado que un tiranosaurio es capaz de flexionar su brazo con una fuerza algo mayor que el doble de la que puede desarrollar un brazo humano. Por lo tanto, aunque solo sea con ese pequeño margen, no es buena idea apostar en contra de uno de ellos.
Sin embargo, en términos de movilidad, la capacidad de rotación del brazo de un tiranosaurio está muy restringida y casi con seguridad no sería capaz de mover el brazo en la forma adecuada para ganar un pulso. Así que, si nos mantenemos lejos de su boca, con un poco de suerte, no está todo perdido”.
Redacción QUO