Un mensajero griego de 17 años que se movía en metro por el Nueva York de los años 80 firmaba las paredes de los edificios donde entregaba sus recados con el pseudónimo de Taki 183.
La rúbrica conquistó la ciudad y su autor se convirtió en un misterio omnipresente hasta que concedió una entrevista al New York Times a comienzos de los 70. A partir de entonces, muchos jóvenes comenzaron a competir por que su huella en la ciudad fuera más visible, una afición impulsada por la llegada del aerosol a los supermercados, la década siguiente.
Tal fue su importancia para el arte, que la obra de Taki 183 «Manifiesto» se expuso en la Pinacoteca de París en 2015.
Redacción QUO