Según muchos gastrónomos, este tradicional plato es con el gazpacho y las sopas de ajo, una de las comidas más antiguas de España. Está documentado que fue el general y estadista cartaginés Aníbal quien introdujo en la Península Ibérica su ingrediente básico, el garbanzo. Y fue a partir de ese momento cuando comenzó a evolucionar. A esta legumbre se le fueron añadiendo otros productos, y en el Madrid medieval ya había posadas que lo publicitaban. Por ejemplo, en Lavapiés, que entonces se encontraba en los arrabales de la ciudad, se servía cocido “con mucha gallina y pernil”.
Pero no solo ha estado presente en la memoria estomacal de los españoles, también se trata de una receta con gran tradición literaria. El poeta y dramaturgo Lope de Vega confiesa en alguna de sus obras que le gustaba, además, con verduras y chorizo y Miguel de Cervantes decía que lo echaba de menos en Italia.
Comenzó siendo una comida popular, pero enseguida saltó a los comedores nobles e incluso se aficionaron a él los paladares más exigentes de la realeza. De hecho, fue una de las comidas preferidas de las cuatro mujeres de Felipe II. A María de Portugal le gustaba con una pelota de migas de pan, carne picada y especias, y a María Tudor solo con gallina y jamón. Según los chismosos de la época, su tercera esposa, Isabel de Valois, no comía otra cosa, y a su última mujer, Ana de Austria, se lo servían tres veces por semana hasta que quedó embarazada.
¡El cocido hace milagros!