El rápido de calentamiento que vivió el planeta hace más de 120.000 años llevó a los neandertales en el sur de Francia a comerse entre ellos. Es el sombrío panorama de la vida neandertal que dibujan los investigadores franceses Alban Defleur y Emmanuel Desclaux, en un estudio publicado en Journal of Archaeological Science.
Los restos de seis neandertales, dos adultos, dos adolescentes y dos niños, fueron encontrados en la década de 1990 en una pequeña cueva en Baume Moula-Guercy, en el valle del Ródano, al sur de Francia.
Los huesos presentan muchas de las características del canibalismo: marcas de cortes hechas por herramientas de piedra, desmembramiento completo de los individuos y huesos de dedos que parecen haber sido roídos por los dientes neandertales y no por otros carnívoros.
No es la única huella de canibalismo durante el último período interglacial. En Croacia, España y Bélgica se han encontrado restos similares. Sin embargo, hasta ahora nunca se había dado una explicación que justificase tal práctica. “El canibalismo siempre es algo polémico, porque lo encontramos bastante repugnante”, señala la arqueóloga Michelle Langley de la Universidad de Griffith en Australia.
¿Era una necesidad vital o un ritual?
Los cadáveres de Baume Moula-Guercy ofrecen algunas pistas. Los restos neandertales se encuentran dentro de una capa de 40 centímetros de espesor en el suelo de la cueva. Durante el último período interglacial –entre 128.000 y 114.000 años atrás-, las temperaturas fueron uno o dos grados centígrados más altas de lo que son hoy, y varios grados más altos que los períodos anteriores y posteriores.
Escudriñando los restos de animales encerrados en las capas del suelo de la cueva, Defleur y Desclaux han reconstruido detalles de los animales que habitaron la región antes, durante y después del último período interglacial. Lo que encontraron fue evidencia de un rápido cambio en el clima que alteró drásticamente el medio ambiente en el valle del Ródano.
Antes y después del calentamiento, se encuentran restos de mamuts renos y lanudos, acompañados por ratones más pequeños y lemmings. Durante el período más cálido, la zona carecía de grandes mamíferos y en su lugar había roedores y tortugas y serpientes que migraron desde el Mediterráneo. Fue un cambio muy abrupto, según indican los investigadores.
Los pastizales abiertos dieron paso a bosques templados y los neandertales, acostumbrados a cazar presas grandes como el bisonte y el mamut, necesitaron nuevas estrategias para sobrevivir. El análisis del esmalte dental de los restos de Baume Moula-Guercy reveló signos de estrés, como enfermedades o desnutrición.
Ni siquiera el canibalismo les garantizó una dieta similar a la acostumbrada ni tan calórica como la que permitían otros animales, como los ciervos. Además, la población de homínidos era escasa, por lo que la caza resultaba compleja. Son circunstancias que llevan a descartar que el canibalismo tuviese en este periodo una motivación ritual.