Traducido del inglés, el sexo kink se referiría a las prácticas sexuales fuera de lo convencional. Es decir, un modo de añadir un toque de novedad y alegría a las pasiones. La pregunta sería qué dice de una persona el hecho de que le guste el sexo atrevido, espontáneo, pícaro, explosivo e incluso algo pervertido. Esta curiosidad ha sido el motivo de estudio de dos investigadores estadounidenses cuyas conclusiones han sido publicadas en la revista Current Sexual Health Reports.
Richard Sprott, psicólogo de la Universidad Estatal de California en East Bay, y DJ Williams, sociólogo de la Universidad de Idaho, analizan desde hace tiempo el desarrollo de la identidad y la salud y bienestar de personas que expresan sexualidades alternativas y relaciones no convencionales, como sexo kink, BDSM o poliamor. Lo primero que destacan es que esta forma de placer requiere tiempo, cierto nivel de habilidad y experiencia. El apoyo de los participantes a este tipo de prácticas es, según los autores, abrumador. “Más del 90% muestra emociones positivas, libertad, placer, sensación de aventura, alivio del estrés y relajación y una forma motivadora de expresión”.
¿Es una actividad de ocio o una orientación sexual?
Algunas investigaciones sugieren que el sexo kink/BDSM podría considerarse como una orientación sexual, pero parte del colectivo LGBT se resiste a incluirlo, ya que podría ser un paso atrás en el combate contra los prejuicios y los estereotipos que sufre su comunidad.
Los autores de este artículo no abogan por una u otra perspectiva, y argumentan que las opiniones de ocio y orientación sexual de kink / BDSM no son mutuamente excluyentes. Ambas pueden ser correctas, lo que significa que quizás kink / BDSM es una actividad de ocio para algunos y más una orientación para otros. Reconocen que una mejor comprensión de esta forma de vivir la sexualidad podría ayudar para ver si se identifica más como ocio, orientación o ambos.
Marian Benito