Richard Branson ha dejado de mirar a las estrellas para explorar el océano más profundo con Virgin Oceanic. El vehículo, un submarino monoplaza, que ya tienen proyectadas cinco inmersiones entre 2012 y 2014. Todos sus destinos son fosas marinas que constituyen zonas de encuentro entre placas tectónicas.
No se trata sólo de tocar el suelo, una vez a la profundidad deseada, el vehículo realizará desplazamientos de unos diez kilómetros en horizontal a través de las aguas. El amor al riesgo y el deseo de llegar más profundo también dejan espacio a la aplicación científica: el paso por los distintos hábitats se aprovechará para recoger datos destinados a la investigación sobre los mismos.
Redacción QUO