Según un nuevo estudio publicado en el último Archives of General Psychiatry, los aficionados al sadismo –personas que se excitan con el dolor ajeno–, parafilia de la que aún se desconoce los circuitos neurocognitivos que sigue, no muestran ninguna clase de anomalía cerebral (estructural), si bien la investigación sí demuestra que los afectados por esta parafilia muestran una alta sensibilidad hacia el dolor ajeno, fuente de su excitación sexual.
El estudio, dirigido por Carla Harenski, del Departamento de Psicología y Neurociencias de la Universidad de Nuevo Méjico (Albuquerque), es uno de los primeros que se realiza sobre un grupo de personas con este comportamiento sexual basándose en pruebas de imagen cerebral con resonancia magnética funcional. Para llevar a cabo la investigación, los científicos mostraron a dos grupos de pacientes, sádicos y no aficionados a estas prácticas, imágenes en las que se mostraba un daño intencionado a otras personas mientras observaban las imágenes cerebrales que se formaban en cada grupo de pacientes. Según Harenski, «los sádicos sexuales tienen una mayor activación de ciertas partes cerebrales cuando observan imágenes que reflejan sufrimiento.»
Según el equipo de investigación de Harenski, los resultados indican que el grupo de este comportamientos sexual «mostró, a diferencia del otro grupo, una mayor activación de la amígdala en consecuencia de la reacción a las imágenes de dolor y en comparación de aquellas que no representaban ninguna clase de sufrimiento». Los investigadores también indican que los afectados por esta parafilia clasificaron estas escenas como de alta intensidad en comparación con el otro grupo y además mostraron una asociación positiva entre la intensidad del dolor y una mayor actividad de la ínsula. Efecto que no se registró en el otro grupo.
El sadismo es una parafilia cuyo objetivo es causar dolor a la persona con la que se mantiene relaciones sexuales. El término deriva del Marqués de Sade, escritor de nacionalidad francesa.
Redacción QUO