Sufriría una despresurización: sus líquidos y gases se escaparían hinchando su cuerpo, los tímpanos reventarían, se desgarrarían sus pulmones. Además, la saliva y las lágrimas saldrían hacia el exterior, hirviendo sin quemar (allí basta la temperatura corporal).
En 30 segundos, estaría inconsciente y no llegaría a sentir nada, porque tardaría un minuto en morir. También se congelaría, pues a pesar de estar en el vacío perdería su calor por radiación (el modo más lento en que un cuerpo pierde calor).
Enviada por Mariana Permach, correo electrónico
Redacción QUO