Horror. Es la sensación que tengo al ver el nuevo cómic sobre el cofundador de Apple, Steve Jobs. El libro, publicado por Oberon (Grupo Anaya) acaba de publicar «El Zen de Steve Jobs«, un cómic escrito por Caleb Melby, colaborador de Forbes. Según ‘reza’ la nota de prensa recibida por Oberon «Esta novela gráfica está narrada a través de los fragmentos de diálogos y viñetas, y analiza cómo Jobs podría haber perfeccionado la estética de sus diseños a través del estudio de la religión oriental y de su relación con Kobun Chino Otawa«. Casi nada… Religión, budismo, irracionalidad y sacerdotes son ahora la carta de presentación de uno de los grandes inventores de nuestro tiempo.
Si bien el libro recrea la amistad entre Kobun, un gurú espiritual, y Jobs, en el cómic se afirma que el éxito de la multinacional de la manzana sea gracias a este sacerdote budista zen y Jobs por los diseños elaborados y estrategias empresariales. Según el libro, Jobs mejoró sus diseños por su ‘conexión’ con la religión oriental, aunque intentan arreglarlo afirmando que cogió del Zen «lo que necesitaba y omitió el resto».
Esta vinculación entre religión y un mundo naturalmente escéptico como es el de la Ciencia y la Tecnología resulta cuanto menos chocante. Hace unos meses, cuando Jobs falleció, fueron muchos los que afirmaron que Jobs murió prematuramente por su fe en las terapias alternativas. Según contaban entonces, Jobs retrasó 9 meses una cirugía fundamental que le podría haber salvado la vida por su confianza en productos homeopáticos, los cuales, como ya saben, no disponen de ningún apoyo ni confianza por parte del mundo científico, y los que se ha demostrado que ponen más en riesgo la salud de las personas que ayudarlas (máxime en casos muy graves que requieren atención médica especializadas y no «supercherías»). En el año 2003 su cáncer de pancreas era operable, pero Jobs prefirió aplazarlo y confiar en pseudomedicina mientras tiraba su valiosa vida por la borda y las pseudociencias nos arrebataba un ‘genio’.
La importancia de la concienciación sobre lo peligroso de estas prácticas que no disponen de base, apoyo o defensa científica de ninguna clase, no es baladí. Es por ello que publicar un libro en el que se base los éxitos de Jobs en la religión budista cuando en parte, fueron esas prácticas las que le llevaron prematuramente a la tumba me parece un auténtico horror. Más si este viene de Anaya, un grupo de prestigio reconocido por enfocarse en la mayoría de sus ediciones a temas educativos, con brillantes publicaciones como Cátedra. Realmente sorprendente.
Redacción QUO