Si hubiera que elegir cinco canciones de la famosa y mal llamada «Movida madrileña» –porque en su momento más bien se llamó la «Nueva ola», por similitud de la «New age» anglosajona–, una de ellas sería seguro Escuela de calor, de Radio Futura.
Lo que pocos saben es que la canción es fruto de una evolución de un tema instrumental que el grupo madrileño compuso probando acordes en una sesión de ensayo, y sin mayores pretensiones. La canción no es ningún incunable: es el siguiente corte a Escuela de calor en el mismo disco original, La ley del desierto, la ley del mar (Ariola, 1984).
Todo el disco es buenísmo, innovador, ameno… y huele a mar y verano que da gusto. Hay una canción elegantísima y evocadora llamada El nadador que aconseja que aproveches la ola, quizá con doble sentido. Y es el mismo disco donde aparece la archifamosa Semilla negra, que es, para muchos, la primera canción de lo que luego se llamó semilla negra, porque es mitad habanera, mitad son cubano. Empieza con unas gaviotas que te ponen al borde del malecón…
Pero si tengo que quedare con una canción, me decanto por Una historia de playback, que delata la maestría de Santiago Auserón para sacar partido en las letras a verdaderas tonterías.
Redacción QUO
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