El vaho se forma en las gafas debido a la diferencia de temperatura entre el frío exterior y el rostro humano, que se mantiene a 37º C. Cuando las gotitas de agua se condensan en el exterior de un cristal con agua helada, ello provoca que el agua atrapada dentro de las gafas se condense para formar minúsculas partículas nebulosas que se acumulan en la superficie interior y dispersan el agua, haciendo imposible disfrutar de los pececillos de colores.
La mayoría de los tratamientos antivaho para escafandras tratan el cristal con sustancias químicas hidrofílicas que aplanan el agua de la superficie. Cualquier condensación se convierte en una limpia y fina película que se extiende por la superficie de las gafas, impide la difracción de la luz y por tanto el mosaico de esféricas gotitas. La mucosa de la saliva funciona de modo similar. Los científicos aún no han averiguado del todo el porqué, pero es posible que aminore la tensión superficial de la superficie de las gafas, dificultando aún más la formación de gotitas. Desafortunadamente, este método no es tan duradero como el sintético, así que hay que repetir el proceso de vez en cuando.
Redacción QUO