Cierto que la de 65 horas sería voluntaria, pero, dada la presión competitiva ¿quién será el primero que se atreva a decir “hasta mañana” si el resto cumple al menos diez horas? ¿Es esta la medida que mejor resuelve la economía de un país sin conculcar el derecho de los trabajadores, sin lesionar su salud y su vida personal? Algunos profesionales nos dan su opinión. “La costumbre de trabajar en exceso aumenta los riesgos psicosociales y afecta a la salud: accidente, enfermedad, estrés, fatiga, síndrome de burn out (estar quemado), malos hábitos, tensión laboral y familiar y mal humor”, asegura Díaz Franco. Los datos le dan la razón: más allá de las 60 horas, el riesgo de enfermar es un 23% más alto. La insatisfacción laboral pasa del 20% al 44% cuando las personas trabajan más de 48 horas semanales, según la última Encuesta Europea sobre las Condiciones de Trabajo. “Los nuevos tiempos traen otras formas de utilización indigna, mucho más sofisticadas y, a la vez, convincentes”, añade el psiquiatra clínico Benito Peral Ríos.
La justa medida
“Trabajar sí, pero es necesario vivir. El trabajo estructura psicológicamente a la persona y le da sensación de crecimiento. Fuera de la jornada laboral, necesitamos un cambio de escenario, de intereses y situaciones”, explica Díaz Franco. El exceso de horas quebraría el criterio de los tres ochos: ocho horas de sueño, ocho de trabajo y ocho de ocio. Los turnos de noche son peores, ya que se asocian a trastornos digestivos, siniestralidad laboral por la merma en la capacidad de atención, alteraciones nerviosas y envejecimiento prematuro (cinco años por cada quince trabajados en horario nocturno, según la OMS). También los accidentes de trabajo están más condicionados por el número de horas laborables que por el tipo de tarea. El cansancio acumulado entorpece las facultades y convierte a un 61% de las personas que prolongan su jornada en más propensas a sufrir heridas o contraer ciertas enfermedades. El impacto de las 65 horas será también mayor en la población femenina. Científicos de la Agencia de Salud Pública de Barcelona han comprobado que, para ellas, un trabajo de más de 40 horas, teniendo en cuenta la doble jornada, supone dormir poco, caer en hábitos sedentarios y aumentar el riesgo de ansiedad, hipertensión y depresión. Los hijos se ven afectados por la falta de dedicación y sufren soledad afectiva y emocional. De acuerdo con el estudio Cisneros, el 74% de los profesores achaca la agresividad de algunos niños al descuido educativo que sufren en el hogar.
Redacción QUO