1. Cierta independencia: “Actividades por separado de cada miembro. Permitirse mutuamente determinadas actividades que no son un peligro para la relación, pero que les da a ambos el espacio necesario para desarrollar su personalidad. Compartirlas y enriquecerse mutuamente. Esto ayuda a fortalecer lo que ya tenían formado”, señala José Ruano, director general de Meetic para España y Portugal.
2. Dedicar tiempo solo a la pareja. Cuidar las relaciones íntimas, protegerlas de los estragos que produce un horario de trabajo intenso y separarlas de los compromisos familiares. Es crucial buscar tiempo exclusivo para los dos.
3. El sentido del humor: Reírse juntos. Buscar el lado divertido para relativizar las situaciones y poder manejarlas mejor.
4. Comportarse como una unidad frente a los problemas externos: No enfrentase, sino hacer “piña”, trabajando codo con codo para salir adelante. Y el punto fundamental para que todo vaya bien es, a pesar del paso del tiempo, no olvidar hacerse caricias y decirse palabras cómplices, apoyarse, animarse, alimentar el afecto y la sensación de seguridad. Así, las parejas se convierten en los mejores amigos y amantes. Este último detalle tiene su explicación hormonal.
5. Mantener el contacto físico. Según Larry Young, en la fase de amor compañero hay menos liberación de dopamina, y si se deja de tener sexo, los niveles de oxitocina caen. Para mantener estos niveles hay que besarse, abrazarse y tener relaciones sexuales. Y para la dopamina, conocer ambientes y situaciones nuevas y estimulantes. Por lo tanto, la mágica combinación sugiere tener citas románticas, ir de vacaciones a lugares nuevos y, una vez más, tener sexo. El resultado se verá en el cerebro: en parejas que llevan más de 20 años juntas se activa el globo pálido en el cerebro.
Tierra inhóspita: la separación
“Si ocurre tras una larga relación, se libera la molécula del estrés, el CFR (factor liberador de corticotropina), que puede producir síntomas parecidos a los de la depresión. Este es uno de los motivos por los que se suele volver: para evitar la miseria de la separación”, explica Young. Este dolor es positivo. Nos protege de romper relaciones a la ligera y nos hace luchar por conservarlas.
Si la ruptura se produce en la fase de velocidad punta, al dolor se une la obsesión por lograr el objetivo. En vez de remitir, aumenta, porque ante la adversidad, la producción de dopamina se dispara para conseguirlo. Por ello, resulta duro seguir con tu vida y olvidarte de esta persona: la amas más intensamente.
Redacción QUO
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