Con el primer beso pueden saltar chispas o puede resultar tan incómodo como un jarro de agua fría. Es decisivo. Si es satisfactorio, la pareja seguirá adelante. Si no lo es, lo más probable es que no continúen interesados el uno por el otro, a pesar de haber sentido una ardiente atracción sexual.

Gordon Gallup, psicólogo evolutivo de la Universidad de Albany, ha revisado los estudios científicos publicados sobre los besos y, según sus conclusiones, cuando dos personas se besan se produce un intercambio de información química –mediante el olor y el gusto–, táctil y postural. Es posible que activen funciones del cerebro muy básicas y animales que procesen esa información y nos indiquen si la pareja es buena en términos de reproducción, el grado de compatibilidad genético y si está sana.

«Podríamos vivir sin amor, pero para la mayoría de nosotros sería una existencia miserable”Larry Young. Experto en neurociencia del comportamiento social.

No hay una técnica determinada para dar un beso perfecto. Todo comienza con un acercamiento del cuerpo y las cabezas, hasta que los labios se tocan, se entreabren y las lenguas se rozan. A veces juegan entre ellas y otras lamen los labios. También se admiten mordiscos en la boca o en la lengua, y todo lo que surja de la imaginación, el instinto y el entendimiento en la pareja. Sirve como preámbulo al acto sexual disparando la excitación de los miembros de la pareja

Labios de hormonas
El hombre tiene más tendencia a abrir la boca en el beso e iniciar el contacto entre las lenguas. Su saliva tiene pequeñas cantidades de la hormona sexual testosterona, que, administrada durante un período de tiempo suficientemente largo a la mujer a través del beso, puede aumentar su libido.

Ella le da especial importancia a este acto, porque soporta la carga de los costes de la reproducción y debe poner más énfasis en hacer una selección cuidadosa y juiciosa de sus compañeros. No solo busca encontrar machos de alta calidad física, sino compañeros que se mantengan a su lado en una relación de compromiso por el cuidado y protección de los hijos. Los demanda regularmente y los usa para evaluar el estado de la pareja. Hay un vínculo entre la cantidad de besos y la satisfacción en la relación de compromiso. Ellos usan los besos para iniciar un contacto sexual con la mujer o como gesto de reconciliación.
El 90% de las culturas humanas conocidas se besan con fines románticos y sexuales. El 10% restante no se besa nunca; según la Universidad de Bochum, en Alemania. Usan otras técnicas parecidas: se tocan la cara, se lanzan lametazos, se restriegan las mejillas y las narices… El origen del beso es curioso: tiene que ver con la maternidad, y no con la atracción sexual.

Antes de que existieran las papillas, las madres mascaban la comida en su boca para transferirla a sus crías, que aún no podían masticar. La evolución y el impulso de perpetuar la especie hizo el resto.
El primer beso en la boca está pintado en una placa de piedra en la cueva de La Marche, del Magdaleniense medio, hace unos 15.000 años.

Para la reconocida investigadora y antropóloga Helen Fisher, el beso es “la punta del iceberg para comprender los mecanismos biológicos involucrados en la elección de la pareja.” Puede que, como descubrió el neurólogo Vilayanur Ramachandran, de la Universidad de California, los besos estimulen las neuronas espejo en nuestro cerebro, para aumentar la empatía y reducir las inhibiciones. Pero la filematología, la ciencia que estudia los besos, aún tiene mucho que revelar.

Redacción QUO