Japón sigue estando muy lejos de España. Y no hablamos solamente de la distancia física, sino de la cultural.?Porque si no, no se entiende que haya tardado cuatro años en publicarse en nuestro país After dark, la última novela de Haruki Murakami, el peso pesado de la literatura japonesa actual. Para situarlo entre los profanos, se podría decir que Murakami ha sido descrito como una suerte de Paul Auster oriental, pero no sería justo limitarlo a esa etiqueta. Porque en su país natal, Haruki es un auténtico fenómeno social.?Cada año, centenares de jóvenes se matan por matricularse en la Universidad de Waseda para conocer los escenarios que el autor describió en su novela Tokio blues; y las tertulias literarias se dividen en dos bandos irreconciliables: quienes consideran a Murakami un genio cuyas novelas han roto con el estereotipo japonés (samuráis, geishas, yakuzas, mangas…) y que ha revelado la auténtica alma de su país al resto del mundo, y quienes le tachan de farsante vendido al dólar. Desde luego, su última novela, After dark (que en unos días distribuirá Tusquets), no ha hecho mucho por acercar ambos bandos. Murakami ofrece al lector uno de sus estilizados y fascinantes retratos urbanos. Una peripecia mínima que transcurre en una sola noche en la que se entrecruzan los caminos de varios personajes (una prostituta, un músico ambulante, una joven que ha perdido el último tren del día…). En definitiva, una novela que ha sido descrita por la crítica como un cuadro de Edward Hopper pintado con palabras. Murakami se ha convertido, así, en el padre espiritual de una generación de escritores (Banana Yoshimoto, Kazuo Ishiguro…) cuyas novelas también están llegando a nuestro país.
Redacción QUO