Investigadores de la Universidad de Manchester procedieron a escanear las momias egipcias de animales que se conservan en museos británicos y, para su sorpresa, descubrieron que en el interior de muchas de ellas (en total, una tercera parte) no se encontraban sus órganos, sino que estaban rellenas de trapos. Los cuales a su vez contenían una mezcla de barro, palos, cáscaras de huevo y plumas.
La sorpresa ha sido grande ya que, aunque los científicos intuían que no todas las momias contenían lo que se esperaban, no se figuraban que fueran tantas. A diferencia de las momias humanas, creadas para preservar el cuerpo del difunto para la vida en el más allá, las de animales eran ofrendas religiosas.
Los historiadores estiman que los egipcios pudieron llegar a momificar unos 70 millones de animales, que luego eran vendidos como ofrendas en las entradas de los templos. Se piensa que debido a la gran demanda que existía, los egipcios debían de poseer granjas dedicadas la producción intensiva de animales destinados al sacrificio. Y que esa misma demanda tal vez obligó a los embalsamadores a trabajar a un ritmo más rápido, lo que podría explicar que, para simplificar su tarea, las momias se rellenasen con materiales de desecho.
Redacción QUO