Harto de encontrarse fallos garrafales en plena construcción de edificios, un buen día hace tres años el arquitecto Roberto Molinos decidió poner punto final al plano y la maqueta, y se lanzó en busca de nuevas fórmulas para diseñar edificios. Hoy es pionero en nuestro país en la construcción digital de edificaciones y ha sido elegido “Espíritu Rebelde Mazda”. A sus 32 años, ha participado en la construcción del Metro de Panamá, también en el de Doha, la catedral de La Laguna en Tenerife, los estadios del Mundial de Qatar, hospitales y unos cuantos aeropuertos. Nos recibe en su estudio, donde un dron sobrevuela nuestras cabezas.
[image id=»69567″ data-caption=»ELEGIMOS EL MAZDA6 para Roberto Molinos por las líneas elegantes y fluidas de su diseño KODO y porque en el interior su obsesión por las tecnologías queda plasmada en el avanzado sistema de conectividad a bordo MZD Connect, así como en sofisticadas y eficaces medidas de seguridad activa.» share=»true» expand=»true» size=»S»]P¿Qué es la rebeldía?
R Es no tener miedo a equivocarte. Mi rebeldía ha consistido en lanzarme a crear un proyecto innovador para el que no sabía si estaba preparado y si saldría bien. Y además, lo he hecho rodeándome de un equipo de gente que me importa.
P ¿Cómo ves la arquitectura hoy?
R Tiene que terminar de abrazar la tecnología para poder reinventarse definitivamente. Las herramientas que se usan en la actualidad para el diseño de edificios son un poco rupestres, no han cambiado apenas en los últimos cien años. Son lápiz, papel y maquetas. Se dibujan planos que luego se convierten en ladrillo y hormigón.
P ¿Qué nuevas tecnologías has incorporado al diseño arquitectónico?
R Hemos integrado la informática al diseño de edificios. Desarrollamos software para hacer construcciones virtuales a partir de los datos que nos dan los distintos actores que intervienen en el diseño. Algo así como el SimCity o el MineCraft de arquitectos. Incorporamos información, por ejemplo, sobre energía –cuánto consume un radiador–, sonora –cuántos decibelios soportaría una zona– y de materiales –qué azulejos voy a poner–. Podemos incluso saber cuál es la calidad de visión desde cada uno de los asientos de un estadio que vas a construir. Durante la fase de proyecto, ya te puedes pasear por dentro del edificio para entender y mejorar la arquitectura. Detectamos fallos que de otra manera solo se ven cuando estás ya en obra, como tubos que no caben, vigas que vuelan o techos que no tienen soporte. Así logramos edificios más eficientes, baratos y de mejor calidad.
P ¿Cuándo te diste cuenta de que tenías que dar una vuelta de tuerca a la arquitectura?
R Al terminar la carrera empecé a trabajar en un estudio, pero me di cuenta de que la gestión de la información era un desastre. Mi jefe me dio rienda suelta para que lo solucionara. Investigué y di con el concepto de modelado de la información para la construcción (BIM, por sus siglas en inglés), es decir, el desarrollo de programas para construcciones virtuales en 3D que ahorran tiempo y recursos. En otros países se estaba usando. Dejé el estudio y monté mi empresa con arquitectos con inquietudes informáticas e informáticos con inquietudes arquitectónicas. Estos edificios virtuales, hoy en día insólitos en España, serán parte obligatoria en la presentación de proyectos de arquitectura en pocos años.
Redacción QUO
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