A través de Meetup era posible localizar gente cercana al propio lugar de residencia que tuviera similares ideas, organizar citas para llevar a cabo actos de campaña y crear movilizaciones puntuales si era necesario. En 2004, una red social similar llamada my.barackobama (MyBO) resultó decisiva en Texas: consiguió que más de 104.000 texanos participaran en la campaña Obama, frente a los 20.000 voluntarios de que disponía Hillary Clinton en el estado. Los 104.000 voluntarios de MyBO recibieron detalladas instrucciones desde el comando central de la campaña de Obama. Las complicadas reglas de los caucuses fueron explicadas y utilizadas; las capacidades de segmentación de las redes sociales fueron explotadas al máximo, permitiendo la formación de equipos de gente que no se conocía de antemano, equipos que fueron destacados a cada caucus concreto con misiones específicas. Los folletos y demás literatura los descargaron e imprimieron los voluntarios. En suma, el plan de batalla creado por la campaña de Barack Obama fue distribuido y organizado vía MyBO, y obtuvo el resultado buscado: la victoria en Texas. Una red social es en el fondo una base de datos con gran cantidad de información sobre personas; información que puede ser troceada y seleccionada por criterios demográficos de interés político casi hasta el infinito. Es el sueño de un especialista electoral, al hacer posible la creación de grupos por los criterios que en cada momento puedan considerarse más importantes en la batalla política. Texas demostró, si era necesaria la demostración, la potencia de este tipo de herramientas. No es de extrañar que Obama acabe de lanzar una aplicación para hacer esto mismo con los usuarios del iPhone: la campaña demócrata ha sabido utilizar las redes sociales, adaptando sus capacidades a la batalla electoral.
En el bando republicano, en cambio, no se hace un uso tan innovador de la red. Es reconocido que el candidato John McCain necesita ayuda para navegar por internet, aunque tiene una muy buena excusa: las secuelas de la tortura que sufrió durante su cautiverio en Vietnam le hacen doloroso usar un teclado. A cambio, su mujer es una conocida adicta a la BlackBerry (“crackberry”, como es apodada), que –según uno de los ayudantes del senador– McCain ayudó a inventar con su trabajo en legislación de telecomunicaciones. “McCain inventó la BlackBerry” ha pasado a los anales como una frase al menos tan dañina como aquella famosa de que el candidato demócrata en el año 2000, Al Gore, había inventado internet. La estrategia internáutica de la campaña McCain está mucho menos clara, y se limita a una página web cargada de información y con unas pocas opciones que animan a la participación de sus seguidores.
El Partido Republicano cuenta, en cambio, con la fidelidad y la agresividad de una blogosfera potente y muy adicta. Numerosos blogueros estadounidenses respaldan vigorosamente políticas derechistas; tanto que, de hecho, McCain resulta un candidato un tanto tibio para algunos de los blogs más incendiarios.
Esta fuerza dispersa, pero muy disciplinada, ha sido determinante en elecciones anteriores, como en la de 2004, en la que la blogosfera de derechas creó, lanzó y mantuvo una durísima campaña de acoso contra el candidato demócrata, John Kerry, sobre todo acerca de su servicio militar en Vietnam. El respaldo de los blogs más rabiosamente derechistas fue crucial para que prevaleciera la distorsionada versión de los Swift Boat Veterans for Truth (Veteranos de Lanchas Rápidas por la Verdad) sobre la actuación en combate de Kerry, lo cual dañó gravemente al candidato.

Redacción QUO