La expedición que el británico John Franklin realizó al Ártico en 1845 fue un completo desastre. Lod os barcos que la componían, el HSM Erabus y el HMS Terror, quedaron atrapados en el hielo durante el invierno, cerca de la llamada Isla Guillermo. Desafortunadamente, el verano fue excepcionalmente frío, y la capa de hielo no se derritió, con lo cual los barcos no pudieron liberarse. Los expedicionarios tuvieron que abandonar las naves e intentaron recorrer a pie las mil millas que les separaban de la Bahía de Hudson. Nunca más se supo de ellos.
En 1981, se descubrieron los huesos de varios miembros de la expedición, y en 2014 apareció lo que quedaba de una de las naves, la goleta Erabus. Los historiadores ya sospechaban que aquellos aventureros tuvieron que recurrir al canibalismo para sobrevivir en las heladas tierras del Norte, pero un nuevo estudio realizado a los huesos hallados, ha confirmado dichas sospechas. Las marcas de los huesos demuestran que no solo se comieron la carne, sino que incluso llegaron a abrirlos para chupar el tuétano.
Redacción QUO
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