Diferentes estudios han demostrado la influencia positiva que tiene el baile en nuestro bienestar. Ha mostrado efectos beneficiosos en el tratamiento del Parkinson y esto podría tener relación a que la música actúa directamente en el cerebro liberando hormonas, que estimulan los lazos afectivos. Algo que ocurre aún en los bebés.
Un reciente estudio, llevado a cabo entre más de 200 voluntarios, analizó qué influencia tendría la intensidad del ejercicio (algunos bailaban de pie con gran despliegue, mientras otros apenas si se movían de la silla) pero también la sincronización de los movimientos.
Como era de esperar, el ejercicio intenso liberaba mayor cantidad de endorfinas, la hormona de la felicidad, pero si los movimientos estaban en sincronía, sucedía lo mismo.
Este último hecho era conocido, bastaba apenas golpear los dedos sobre la mesa y ser imitado para que se liberen endorfinas, lo que no se sabía es que, sin importar la intensidad del movimiento, compartir una coreografía, tiene el mismo resultado. Así que a bailar, que no es lo mismo que mover todo el esqueleto. El resultado también será positivo.
Redacción QUO